El éxodo de valencianistas rumbo a Sevilla

Que miles de personas se pongan de acuerdo para estar a la misma hora, en el mismo sitio, en otra ciudad distinta a la suya y con los mismos colores (dentro de la más que segura diversidad que viviremos en La Cartuja), es algo que me sigue pareciendo de todo punto fascinante. La fuerza del valencianismo es algo inexplicable, quizá porque los que estamos ahora lo hemos visto siempre, y no asistimos al momento en el que se forjó. Aunque seguramente eso no pasó de un día para otro, sino que todo ha sido un proceso a lo largo de los años, de muchos años, que nos ha ido haciendo fuertes por muchas adversidades que nos hayan ido surgiendo.

Recuerdo cuando hace pocas semanas se afirmaba de forma categórica que estábamos dormidos, anestesiados, alejados por completo del club y del equipo. Todo a cuenta de Meriton, que es una especie de peso muerto que nadie quiere, pero que no podrán con la pasión de cientos de miles de personas en todo el mundo. Seremos bastantes de 20.000 en las gradas, eso es seguro, y el tiempo lo verificará. Pero por lo que sé, y hablo en primera persona por gente que va a viajar conmigo, es que van varios miles sin entrada, simplemente a vivir el ambiente de la final. Y pasar un buen fin de semana en Sevilla, que el lunes es fiesta y eso también ayuda.

Es algo mágico, es especial, porque al final, ellos están en casa y harán cosas distintas a si jugaran en otra ciudad, y las calles van a ser nuestras, eso es seguro. Lo empiezo a ver y se me pone la piel de gallina, porque experimentar estas cosas lejos de la terrera tiene un aroma especial, un color distinto, un sabor absolutamente peculiar. Seremos muchos miles, haremos toda la fuerza que podamos y un poco más, y destilaremos pasión por unos colores, los nuestros, que son los que hemos venido a dignificar de muchas formas distintas: antes, durante y después del partido, dentro y fuera del terreno de juego.