La sensación cuando pasas por el Nuevo Mestalla...

"¡Qué bonito va a ser el Nuevo Mestalla!" Ese fue mi titular en el desaparecido Diario de Valencia el 12 de noviembre de 2006, el día siguiente a la presentación oficial del primer boceto que ha tenido el que debe ser, algún día, la casa de todos. Recuerdo verdaderos codazos por estar en la foto aquella noche en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, y gente muy cabreada porque el protocolo los había colocado lejos de las primera filas. Días de vino y rosas, aunque escondían un mal que nos ha devastado estos 15 años que han pasado.

Esta semana volvía a pasar por allí. Hacía unas semanas que no lo hacía, y se dio la casualidad. La verdad es que durante tiempo fue habitual para mí tener que cruzarme con él cada día, y no le daba importancia más allá de ver la mole de cemento como siempre. Pero no sé si por todo lo que ocurre, por lo vivido estos meses o por qué demonios, en esta ocasión lo miré con otros ojos muy distintos. Y con muchas cosas pasando por mi cabeza, muchos pensamientos a demasiada velocidad.

Era nuestra llave a la excelencia y se ha convertido en la piedra atada al cuello que nos lleva al fondo del mar. Ese estadio se tiene que terminar. Lim, Lam o la madre que lo parió, pero es algo que tiene que hacer quien mande del Valencia. En este punto no podemos pensar en otra cosa, dividirnos en pensamientos que no se centren en poder acabar con este capítulo de la historia. Le tuve que dar la vuelta al campo, y por la cabeza se me pasaban muchas reuniones, muchas llamadas, muchas promesas. Y por desgracia, muchas mentiras.