Uros Racic sigue siendo el mismo pedazo de jugador

El medio centro serbio tuvo que jugar de un modo distinto en Éibar, y se supo amoldar a lo que le pedía el entrenador... y el partido

Toni Hernández | 11 DIC. 2020 | 07:00
Uros Racic

Uros Racic recibía palos durante el partido contra el Éibar. Especialmente en la primera parte. Nadie parecía ver que el juego aéreo donde los armeros basan gran parte de su potencial en ataque pasaba por ganar los balones por arriba y evitar la prolongación. Y ahí el serbio las ganaba todas… o al menos hacía que el contrario no se las llevara fácil. Conforme el equipo creció en el partido, que tampoco es que fuera una barbaridad, pero lo hizo, su presencia se fue haciendo mayor.

Su disparo con la derecha, que podía haber supuesto el 0-1 y se terminó convirtiendo en la la parada del año, un añadido más a esas cosas que pueda dar Racic sobre el terreno de juego. Aquí todo parte siempre de las expectativas que generamos en torno a los jugadores. Si decimos que es bueno, hay piensa que va a serlo a nivel TOP y en todos los partidos, y eso, ni con Messi, ha pasado. Encima, el plan de partido contra el Éibar nacía en contrarrestar el juego rival, que siempre es pesado, molesto y te cansa física y mentalmente.

Y eso lo consiguió el Valencia en casi todo el partido, gracias, entre otras cosas, al trabajo de Racic. ¿Que no estuvo vistoso con el balón? Como todos, es más, como casi todos los jugadores que pasan por Ipurúa. Pero saber adaptarse a ese tipo de contextos también forma de ser un gran jugador de fútbol. Insisto: no podemos pensar que estos chicos van a estar siempre al máximo, brillantes, perfectos. Eso forma parte del aprendizaje, nos guste más, o nos guste menos.