Salvador González Marco, Voro, y el sentido de club en el Valencia

No tengo muy claro qué se esperaba de él a algunos niveles, pero sí sé que hay figuras que no se pueden tocar, que no se deben ni rozar

Toni Hernández | 21 JUL. 2020 | 08:30
Voro

Ser leyenda del Valencia no es fácil, y menos cuando debes exponerte como le toca hacer a Voro cada cierto tiempo desde hace más de una década. En 2008 se tuvo que sentar en el banquillo cuando la Segunda División se veía demasiado cerca, aunque con una plantilla llena de futuros campeones de Europa ese mismo verano. Han venido más episodios, y cuando en 2017 parecía que no volvería a pasar por el trance, dentro de un año marciano a más no poder, le ha tocado hacerlo de nuevo.

Aunque el contexto es muy diferente al de otras veces. Parece que Voro tenga una varita mágica, que siempre ha dependido del nivel de los jugadores de la plantilla, pero cuando él toma los mandos se pretende que el equipo vaya a despegar como un avión. Y, claro, no es así. Y con todo y con eso, está a una victoria y una carambola de dejarlo en Europa, que era algo que nadie pensaba, a nivel de sensaciones, cuando se hizo cargo de la plantilla. Pero al final, la figura de Voro, va mucho más allá. Y esta vez se ha intentado manchar su nombre, algo que me parece muy feo.

Perdemos el sentido de hombre de club, porque ahora lo confundimos, de manera totalmente torticera, con ser un vendido a Meriton o a Peter Lim. La gente de la casa, los que se han criado aquí, no se ha quejado de nada, ha dado la cara y ha admitido todos los errores. Ha sido gente de club, empezando por Voro. Quizá alguno esperaba que se insultara al dueño, como si él hiciera lo mismo en su empresa. Pero del Valencia se es siempre, mande quien mande, y hoy están unos y mañana otros, pero el club sigue estando por encima. Por eso Voro seguirá siendo una leyenda. Al menos para algunos como yo.