Si en el Valencia no aprendemos que sin todos no somos nadie, estaremos muertos

O somos capaces de estar todos en el mismo barco, siendo generosos, o seremos siempre esto, y que cada uno lo defina como quiera

Toni Hernández | 05 JUL. 2020 | 09:00
Valencia CF

El entorno del Valencia está ajustando cuentas, pasando a cuchillo a todos aquellos que no piensan de la misma manera. El asqueroso proceso de venta del club, en el que ahora parece que no participó nadie, ni un bando ni de otro, dejó larvada una guerra que ahora emerge. Y hay que ser imbéciles para caer en la trampa de avivar la llama de esa batalla, que sólo terminará con nosotros. Los contextos en los que pasan las cosas son clave para explicarlo todo, y el de hace 6 años era uno, y el de ahora, otro. Lo que pasó aquellas semanas, que gracias a Dios me perdí en la primera fila del periodismo, porque no sé qué hubiera pasado de haber estado, ha dejado esta mierda de guerra que algunos pretenden que sea permanente.

Y yo les digo justamente eso, y una mierda. Porque alguno disfrutará revolcándose en el barro, tirando por la cara que tenía razón (que en todo caso tendrá la suya), pero en el fondo, el Valencia le dará igual. Y es que si todo vuelve a ir bien, encontrará un motivo para destrozarlo de nuevo. “Pasarse la vida ajustando cuentas con los otros es una tarea para la que no estoy capacitado. Es energía dilapidada que ni siquiera redunda en beneficio propio. Una pena. Hacerlo a los 20 años igual tiene sentido, pero estar así siempre...en fin.”

Las palabras son de Rafa Lahuerta. Como le he dicho a él primero, me pongo de pie y aplaudo, porque hay que ser cenutrios para no ver el Valencia con sus mismos ojos. Durante años fui tan estúpido que repartía carnets de valencianista, un gran error, como le contaba con Rafa. Y su respuesta no puede ser más sensata: “todos hemos dado carnets, todos. Y es esa idea: esto no es una guerra, no...todo lo que ha pasado tiene que servir para aprender, no para repetir lo de siempre”. Me alegra que esté de acuerdo con una frase mía, que tampoco lo es, ya que se la debo a mi gran amigo Ramón Tomás: sin todos, no somos nadie. El problema es que muchos no la entienden, pero deben hacerlo.