Entre el 100 y el 101

Eduardo Solivares, uno de los valencianistas con más sentido común que se pueden encontrar, nos aporta una visión personal del club

Toni Hernández | 27 MAR. 2020 | 07:30
Centenario del Valencia

Hay que ver lo distintos que están siendo para el Valencia CF y todo su entorno los meses de marzo de 2019 y 2020. El primero supuso una apoteósica e histórica celebración del Centenario, con el equipo vivo en tres competiciones, con la programación de múltiples actos y, especialmente, con vivencias inolvidables como la marcha cívica del día 18 o el partido de las Leyendas de unas jornadas después. El segundo, el que estamos sufriendo, transita en la preocupación de todos por como evolucionará la pandemia (primero) y la economía (segundo) y deja muy en segundo plano la realidad deportiva que, en cualquier otro contexto, provocaría ilusiones continuadas y debates inacabables. Pero he querido encontrar similitudes entre una situación y otra y creo haberlas encontrado.

Porque en uno y otro caso, el Centenario y el virus -por diferentes motivos- han conseguido que los valencianistas nos alejemos de las discusiones diarias y nos centremos en lo realmente importante. Cuando la sociedad, valencianista o general, se encuentra ante situaciones extraordinarias, salta la costra y emerge lo sustancial. Cuando el 18 de marzo partió de la calle Micer Mascó la marcha valencianista hacia el corazón del nacimiento del club en la antigua Carrera de San Francisco, no había debates sobre jugadores, entrenadores, dirigentes, estilos de juego, traspasos o deudas. Había una conciencia de club que trasciende a los trabajadores ocasionales. Un sentimiento que llevaba 100 años (ahora ya 101) transitando por la sangre de miles de personas, que aprovecharon este brillante acto para sacar pecho por la pertenencia a un colectivo tan maravilloso.

Una idiosincrasia que demostró ser transversal a todas las épocas cuando decenas de leyendas valencianistas saltaron al césped con los trofeos conquistados durante toda nuestra historia. Cada uno se identificó con un jugador, un recuerdo o una Copa, pero todos tuvimos en la retina las lágrimas derramadas por el mismo escudo. Este año un minúsculo enemigo ha segado lo intrascendente de un santiamén. Y nos ha dado una lección de gran valor: disfrutemos de lo cotidiano, de lo importante, de lo más vital, porque todo es efímero.

Ahora le damos muy poco valor a si tal jugador va a renovar, si la liga se reanudará o qué competición jugaremos el año que viene. Ahora nos preocupa mantenernos sanos y evitar salir de nuestra casa. Y que las personas más mayores, muchos de ellos valencianistas, puedan salvar este tiempo de gran preocupación. Pero ahí, en estos largos periodos de encierro, vuelve a aparecer el sentimiento valencianista. Visionando partidos históricos. Enumerando onces de leyenda. Repasando los libros de historia del club. O simplemente exhibiendo nuestro orgullo cuando el Valencia CF da un paso adelante y colabora directamente en la lucha contra el coronavirus.

Entendamos lo que nos dicta el presente. Probablemente dentro de unos meses volveremos a enzarzarnos en debates sin sustancia. Pero siempre hay una realidad/sentimiento que nos envuelve a todos y al que tenemos que apoyar siempre, sin la menor duda. Se puede vivir el valencianismo como en el Villamarín el 25 de mayo o desde la añoranza como en estos días. Pero juntos suma más. Y nos hará todavía más grandes.