Muchas dudas en el Valencia y en Mestalla, demasiadas

Un partido extraño, con un ambiente más extraño, y que nos debe hacer reflexionar a todos sobre muchas cosas que parecían muy claras

Toni Hernández | 22 SEPT. 2019 | 18:01
Maxi Gómez

Al grito de ¡Peter, vete ya”, durante 30 segundos, quizá menos, arrancaba el Valencia su partido en Mestalla contra el Leganés. Ahora supongo diremos que se clamó contra el dueño, pero servidor, que estaba allí, no vio más que una protesta, justa y desde luego comprensible, pero sin más. Y no, no me va a contratar el Valencia de nada, que aún soy capaz de pensar yo solito. El primer cuarto de hora del partido, por cierto, fue intrascendente, porque los de Celades entraron fríos, y el Leganés dispuso hasta de alguna ocasión. En el 17, Rodrigo saltaba la banca con una jugada personal que terminaba en penalti, claro, que señalaba el colegiado vía VAR, y que Parejo convertía en el 1-0. Lo mejor que podía pasar por todo. A partir de ahí el duelo cambió de signo, y los locales dominaban. En defensa un marcado 4-4-2, pero en ataque un apreciable 4-3-3, con Coquelin y Parejo de interiores, y Rodrigo y Guedes entrando por bandas. En una jugada aislada, y también vía VAR con bastante suerte, el Leganés hacía el empate. Quizá no era injusto del todo en ese momento. Con tablas se llegaba al descanso.

La segunda mitad empezaba sin cambios, pero con la necesidad de cambiar cosas en el equipo de Celades. La primera era una buena acción de Guedes, que por fin hacía una en el partido, y su remate se marchaba fuera. Eso sí, no había continuidad, y así el Leganés se sentía cómodo en el partido. Gayà se lesionaba en el minuto 55 y entraba Jaume Costa, lo que suponían más problemas aún. Kang in Lee entraba después por un desbocado Maxi Gómez, y la última media hora se convertía en una especie de ruleta rusa. Pasaban los minutos y se sucedían las imprecisiones sobre el terreno de juego, sin que el Valencia tuviera ocasiones claras de peligro. Al parón por hidratación, faltando 15 minutos, se llegaba con demasiada incerteza, y con un ambiente extraño, mucho. Ferran y Parejo hacían una jugada de fantasía con pase de la muerte a Rodrigo que no llegaba a puerta vacía por un palmo. Cillessen metía una mano de locura abajo en el 96. Empate y pañuelos. Y dudas.