¿Adiós a Marcelino como entrenador del Valencia en Gijón?

El equipo volvió a estar mal, contra un rival que era inferior, y comertió demasiados errores, y además sin gol no puede haber mejora

Toni Hernández | 08 ENE. 2019 | 23:17
Marcelino García Toral

Marcelino se jugaba el puesto de entrenador del Valencia contra el Sporting en El Molinón, en un partido de enero y de la Copa del Rey. Ni en los peores sueños de nadie podía caber un escenario como ese, pero el fútbol es caprichoso a niveles máximos siempre. Y el equipo no pudo entrar más frío, con falta de tensión y falta de concentración, que casi pudo costar un gol en contra a los diez minutos. Eso sí, a partir de ese momento, el equipo dio una paso adelante y se puso a dominar el choque, que era lo normal, incluso Kangin Lee pudo marcar. Pero el partido cayó en esa nada que le ocurre al Valencia tantas veces, y en una contra perfecta, con un Diakhaby horrible, el Sporting hacía el 1-0. El peor escenario posible, y que tampoco era justo, pero se estaba jugando contra un Segunda… Todo se complicaba y el equipo daba síntomas de estar tocado, y antes del descanso Rodrigo saltaba a calentar. Pero el VAR esta vez se aliaba con el equipo, y un trallazo de Parejo significaba el gol del empate justo antes del descanso. Aunque el gol se lo daban a Gameiro.

Batshuayi se quedaba en el vestuario al descanso, porque su partido estaba siendo de vergüenza, y entraba Rodrigo. Aunque el Sporting salía fuerte y tenía un par de ocasiones muy claras para ponerse de nuevo por delante en el marcador. El equipo estaba mal, no daba señales de vida, y la sensación era la de poder llevarse el partido apretando un poco porque el rival se iba arriba por inercia, dejando espacios. Faltando 25 minutos entraba Piccini por Wass, y el cambio se hacía para parar a los asturianos por fuera. Una jugada maravillosa de Parejo, Rodrigo y Kangin Lee estaba a punto de ser el 1-2, pero el remate de Gameiro se iba arriba. Pero en el 79, otro centro lateral que llevaba peligro, y suponía el 2-1. Que no era justo, perfecto, que estaba siendo un desastre, también.

Marcelino, su puesto, estaba en el aire, más que nunca, porque una derrota no se podía admitir. Fallos ofensivos y defensivos, falta de acierto, de concentración, de hambre. Se pudieron hacer varios goles, y encajar algunos más, es decir, otra cvez un partido loco y sin control. El futuro de Marcelino más negro que nunca... si es que tiene futuro aún en el Valencia.