"Lim ha comprado algo que tiene millones de almas...", no Amadeo Salvo, tú le vendiste el Valencia

El tour del ex presidente, quizá en el momento menos adecuado pero cada uno es libre, lanza una conclusión final más que contradictoria

Toni Hernández | 26 FEB. 2017 | 00:01

Peter Lim no compró el Valencia, le vendieron el Valencia, y lo hizo Amadeo Salvo con la ayuda inestimable de Aurelio Martínez y a toque de corneta, porque el acoso barriobajero que se hizo a todos aquellos que no pensaban igual, que tenían otras ideas u otras ofertas, fue más propios de gansters de poca monta que de gente civilizada. Aquella vergüenza de procesa de venta parece que no haya ocurrido, y fue el mayor acto de guerra civil que ha vivido el valencianismo, aunque muchos de los ejecutores que aquellas barbaridades parece que hayan olvidado. Todo eso fue un sueño, no ocurrió nunca, y nadie sufrió amenazas por pensar de distinta forma, ni medios de comunicación (contra los que yo he cargado duramente en otro tiempo), sufrían vetos por parte del Valencia. No, Lim no compró, sino que se le vendió el Valencia, por cierto, recibido como un Dios terrenal en uno de los días más bochornosos de la historia de Mestalla, que faltaba la banda de música y el "bienvenido mister Marshall".

El dueño del Valencia es Peter Lim por la incapacidad de todos los que han gestionado el Valencia a lo largo de los años, que no tuvieron lo que hay que tener, dinero, contactos o lo que fuera, para no tener que poner a la venta la institución y que entrara capital extranjero. Fuisteis vosotros, todos vosotros, tu también Amadeo, los responsables de que ahora el Valencia "sea gestionado por gente que no sabe de fútbol". Con cariño, señor Salvo, ¿cuantas Champions League ha ganado usted?. Si, no saben, o no les sale, o no quieren, o no pueden, pero el Valencia es suyo porque alguien se lo vendió, que si yo quiero comprar algo y al dueño no le da gana vendérmelo, no me lo quedo. Lim no tiene porqué aceptar consejos de nadie que no él no quiera, y sobre todo, lavarse las manos, todos, de aquel bochornoso proceso de venta, excusarse en los patronos, que estaban tan condicionados como el resto, es feo, muy feo.