Cuando el Valencia era campeón de Liga

Estamos en un época donde no es que haya crisis de valores, es que los hay, y revolver cajones te recuerda cosas que casi tenías olvidadas

Toni Hernández | 20 OCT. 2016 | 00:02

Quién no recuerda aquel Valencia - Espanyol que terminó 2-1 con dos golazos de Baraja y Carboni expulsado en la primera parte, y al mismo tiempo a la Real Sociedad destrozando al Madrid en Anoeta, y todos mirándonos en Mestalla la vez que más he visto sentir y vibrar al estadio, pensando que si se ganaba en Málaga el domingo siguiente se ganaba la Liga, y que incluso había una segunda oportunidad en casa ante el Betis. Aquel Valencia, el equipo y el club, era muy distinto al de hoy, y la prensa que lo cubríamos también. Había intereses, que eso es de toda la vida, pero entre los pocos, muchos menos que ahora, que cubríamos al equipo, al menos había respeto, y algunos casos, hasta amistad que perdura. Era otro Valencia, era otro periodismo, era otra forma de ver la realidad. Revolviendo cajones he encontrado mi carnet de prensa del año siguiente, y me he acordado de muchas cosas. No todas buenas, pero me he sacado una sonrisa de las que gustan.

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En aquel Valencia había menos enemigos que ahora, o al menos estaban más localizados, no había tanta mierda que tirarse a la cara los unos a los otros, quizá porque no había redes sociales y las cosas se decían en la cara y a la cara. Si Morata tenía un problema conmigo lo arreglábamos en un hotel de Milán delante de varios periodistas. Si Pedro Cortés decía que me alegraba de que perdiera el equipo para ir contra él me iba a pedirle explicaciones en su cara parándome y estirándome del pelo Manolo Llorente y su mujer Amparo para que no me lo comiera. Era un ambiente de verdad, más puro, más sano. Me he acordado de mis dos compañeros durante un montón de años a pie de campo en Mestalla, junto al banquillo del Valencia, Nacho Cotino y Damià Vidagany. Anda que no disfrutamos. Fuimos unos privilegiados. Ahora todos convivimos con el egocentrismo, la egolatría y los doctrinarios (que siempre ha habido), pero que ahora, quizá porque sí hay redes sociales, les canta y mucho el alerón.