Insultar a jugadores, técnicos, presidentes o empleados del Valencia (o cualquier club) es una cuestión de mala educación, @drakulvcf dixit

Un tuit genial de un valencianista de los activistas podría ser el resumen perfecto de unos meses convulsos en torno al club en todos los sentidos

Toni Hernández | 24 SEPT. 2016 | 11:47

El Valencia lleva meses siendo una especie de caja de grillos, con problemas en el campo, haciendo el peor año en 3 décadas, con cambios de entrenador, con ventas de jugadores "buenos" a precio de estrellas mundiales, con Peter Lim tomando decisiones desde Singapur (como si tomarlas en la Avenida de Suecia garantizara acertar siempre), con Suso García Pitarch intentando fichar a media Europa y teniendo que cerrar la mitad de los refuerzos la última semana, con jugadores declarados casi en rebeldía que son obligados a quedarse, y otros considerados emblemas que son invitados a marcharse. Todo raro, si, y todo bien regadito con insultos, faltas de respeto a los gestores, la propiedad, los empleados del club y todo lo que no oliera a lo que cada uno quiere. Y sale Parejo, dice que le han gritado por la calle que corra, y oye, nos sale a todos la vena humanitaria. ¿Alguien se parado a pensar las burradas que llevamos escuchando y diciendo sobre personas del club estos meses? Aquí todos tenemos familia, y eso es algo que a muchos se les olvida.

El resumen de Drakul es tan genial que da hasta vergüenza pensar que no haya os reparado nadie en ello. Se nos va a todos la pinza, eso es así, y olvidamos lo que tenemos delante. Luego ocurre que para lo que muchos es una pasión y un hobby, para otros es nuestro trabajo y la forma en la que damos de comer a nuestros hijos, y ahí es donde definitivamente se pierde el norte de todo. Insultar a nadie por la calle es mezquino, hacerlo delante de su familia ruin, pero sea quien sea el insultado, ni dependiendo del personaje o la persona. Tengo claro que esto se habrá olvidado antes de terminar de leer este artículo, quizá yo mismo sea el primero en hacerlo, pero esta hipocresía asqueroso de los últimos dos días es tan inaceptable como esos improperios callejeros.