El entrenador Kempes, el asqueado Albelda y el desorganizado Cañizares

Las leyendas deben tener un papel muy concreto, siempre deben estar muy por encima de ciertas cosas, y estamos asistiendo a todo lo contrario

Toni Hernández | 20 SEPT. 2016 | 00:01

El Valencia pasa por su momento más delicado a nivel deportivo en décadas, porque el equipo de Pako Ayestarán es colista, es un drama y la planificación deportiva del verano tuvo que ser como fue por el maldito control económico de la Liga de Fútbol Profesional. Además, se atendieron ventas bestiales de jugadores que no valían ese dinero, como Alcácer, André Gomes o Mustafi, y hubo que sacar gente que no contaba o no valía. El comienzo ha sido lamentable, Pako no debía ser el entrenador, y falta un medio centro de jerarquía y un de 9 nato, vale también. Pero de ahí a escuchar a Kempes decir que sería el entrenador (fue segundo de Héctor Núñez en un Valencia horripilante), a Albelda que este Valencia le asquea (cuando se iba a los tribunales y se pedían 60 millones al club no asqueaba, ¿verdad?), o a Cañizares decir que está desorganizado (cuando se pagaban 500 millones de pesetas de prima por ficha por venir "gratis" estaba mejor organizado, ¿no?), a uno le entran arcadas.

Si, he dicho arcadas, porque en el caso de Mario el tema es viejo. Quiere estar en el Valencia como sea, aunque el problema es que de lo que puede no quiere, y de lo que quiere no sabe. Pero es una leyenda, y se le debe respetar, aunque él debería hacer lo mismo. Albelda y Cañizares es más de lo mismo. Es odio visceral a Lim, aunque cuando alguno lo ha tenido delante bien que le ha hecho la rosca, y cuando encima hay motivos para criticar la gestión, más todavía. Albelda siempre será el que llevó al Valencia a juicio, y Cañizares el amigo de agentes que defiende todo lo que hacen (que es lícito desde el prisma del negocio y yo lo defiendo, pero de escudo entonces no se tira). Neville era el amigo, y Pako válido. Ahora Pako tiene peores números que el inglés. Sois leyendas, comportaos de una vez como tales, por el amor de Dios.