Mi relación con Peter Lim y la política del propietario del Valencia

Uno habla con buenos amigos, le cuentan cosas que se dicen de servidor, y todo me parece tan divertido, que volver al periodismo hasta me está gustando

Toni Hernández | 23 ABR. 2016 | 07:03

Peter Lim, el dueño del Valencia, el socio y amigo de Jorge Mendes, el hombre que con sus 200 millones de euros le ha salvado el cuello al club por mucho que haya gente empeñada en decir lo contrario con el argumento sin ningún peso de “eso es imposible” mientras las cuentas se desangraban y las deudas se multiplicaban, un tipo afable, de buen trato humano, al que le gusta el fútbol tanto como a mi, y que pude conocer siendo yo presidente de Huracán aunque le dije que mi profesión era la de periodista, ese señor con el que no he vuelto a hablar en persona nunca más aunque desde luego no me importaría, es el objeto de deseo de todo el mundo, porque nadie se ha podido sentar a hablar con él, nadie lo tiene a mano para poder intimidarle, meterle miedo o casi extorsionarle, lo que se ha hecho toda la vida como los presidentes del Valencia.

La moda ha sido primero la de recibirlo como si fuera un Dios, llamando infieles y antivalencianistas a todos aquellos que no juraban y perjuraban que serían limistas por encima de todas las cosas, llegan incluso a clamar por el veto a periodistas que no dijeran que Peter Lim era la respuesta. Había que posicionarse, mover el culito para ver qué caía, lo de toda la vida. Ahora la nueva moda es darle cera pidiendo que esté aquí, que venga, que no se mueva de Mestalla, porque hasta que el equipo volvió a ganar hace 3 partidos, si no estaba en el palco no nos iba a llegar el aire para respirar. Que esto le importa poco, que no tiene arraigo, que le da igual. Que haya puesto esos 200 kilos, que lo repito mucho por 2 cosas, es verdad y hay a quien le molesta mucho, como que le sabe mal, no debe ser suficiente para demostrar que igual le importa aunque sea un poquito.

Volviendo al principio. No hablo con él, si con su entorno, tampoco a diario, pero si con la suficiente frecuencia como para al menos tener base y hablar con cierta propiedad. Charlaba esta semana con dos buenos periodistas y buenos amigos, y les decía que pensamos en la cabeza de Peter Lim y sus acciones como si fuera valenciano o tuviera el perfil de los dirigentes que ha tenido el club siempre, y nada más lejos de la realidad. Nadie sabe lo que va a pasar, lo que va a hacer, y eso duele, no gusta, porque aquí la norma es la filtración, que te cuenten las cosas por detrás, y eso ahora no pasa. Cuando alguien, un tipo como yo, habla con cierto apego, de manera positiva, de Peter Lim y su política, es un pelota, pega “mamazos” buscando algo. En Valencia no tenemos la costumbre de que la gente simplemente piense por sí sola, y los que durante muchos años han practicado esa política, la de rebajarse por cuatro perras, o mil, y ahora no tienen donde agarrarse para hacerlo, con el miedo que eso supone, critican a los que podemos ver cosas positivas en Lim. Es curioso, repasando el historial de muchos, lo casados que han estado a mucha gente a cambio de mucho dinero, que tengan el cuajo y la poca vergüenza de calificar a nadie por acciones que ellos han hecho hasta cansarse.