Al Valencia de Lim se llega por el camino de la gestión ruinosa, que los que piden su cabeza, defendieron como ejemplar

Las cosas pasan tan rápido que hay una tendencia terrible a olvidarlas, y muchos no recuerdan que donde se está ahora tiene un origen, y no tan lejano

Toni Hernández | 14 MAR. 2016 | 12:07

La historia del Valencia de los últimos 12 años, una vez finaliza la Liga 2003/2004 con el Doblete, es la de un drama permanente, con dirigentes nefastos, unos con mejores ideas que otros, pero desde Jaume Ortí, que era presidente pero mandaba Llorente, pasando por Juan Soler, Vicente Soriano, el ratito de Juan Villalonga, el propio Manolo Llorente, Amadeo Salvo y ahora Lay Hoon como representante de Peter Lim, lo que nos dejan los mandatarios de estos 12 años es el club que hay. Con un dueño que tiene el 80% de las acciones, con una deuda que generaron entre todos hasta llegar a Salvo, que vio que o venía dinero de fuera o esto estaba muerto, y un club que después de tocar el cielo, lleva demasiado tiempo viviendo entre tinieblas de intereses, de aprovechados, de oportunistas, de mesías y de gente que todo lo sabe pero que en su vida no ha movido el trasero más que para criticar a todo lo que se haya movido. Por fin hay un dueño, por fin, que toma decisiones, acertadas o equivocadas, pero las toma alguien que lo pagará de su bolsillo.

El Valencia en 2004 está al borde de la quiebra. Situación de pre concurso de acreedores. Después de haber vendido todo desde 1999 hasta ese mismo año, y también después de haberlo ganado todo. Manolo Llorente, el hombre que manda con Pedro Cortés y con Jaume Ortí, el gran gestor, ha llevado al Valencia al borde del abismo. Hay que llamar corriendo a alguien, a quien sea. Porque encima viene Paco Roig, que en ese momento sigue comprando acciones. En la sede del club, cuando se iba a vender las acciones a Paco, ponían pegas, no daban información. Todo una serie de métodos gansteristas lamentables. Los Soler se hacen con el club, que les entrega Llorente porque se va a pique, con operaciones tan maravillosas como los 50 millones de euros NO cobrados de Mendieta. Los Soler avalan, ponen dinero, piensan en grande, pero Juan mete la pata hasta límites no conocidos, y cuando la burbuja inmobiliaria estalla, el Valencia lo hace con ella.

Manolo Llorente, el salvador que cobraba 400.000 netos al año de un empresa en quiebra, llega de nuevo al club. 500 millones de deuda, pero un patrimonio descomunal. Vende a Villa, Silva, Mata, Albiol, Jordi Alba, Marchena, Joaquín, Zigic, y echa del club a Baraja, vía declaraciones a Canal 9 con el Pipo en el vestuario cambiándose. Unos de los 5 mejores de la historia por la puerta de atrás. Y el club seguía endeudado hasta los ojos. Y se saca de la mano con José Luis Olivas, mejor no seguir hablando, una ampliación de capital que es el mayor engaño a los aficionados del Valencia de la historia. Manolo Llorente hizo gastar a gente que no podía 18 millones de euros, cuando la ampliación estaba pactada para cubrirla con dinero público. Ese que ahora investiga Bruselas y que pagó Peter Lim, porque a la Fundación le dieron 90 kilos que no había por donde cogerlo. Conforme escribo veo que la gestión es mejor y mejor. No hablo ya de Vicente Soriano, el Tigre de Puçol, que pedía créditos a prestamistas de toda Europa y los firmaba, o pretendía firmar, a más de 25% de interés, algo que suponía usura. Gestores acojonantes los del Valencia.

Cuando Salvo llega, como es listo aunque cometió demasiados errores, tiene claro que con fondos propios esto no sale, y que hay que acudir a un inversor extranjero, o valenciano si los pone. Empieza la carrera por vender el Valencia, mejor dicho, para comprar un regalo que tiene 300 millones de deuda, 90 más contando las acciones de la Fundación, un estadio para acabar que supondrá otros 100, y hacer un equipo competitivo. Cola había para comprar, cola. De mucho farsante, sin duda. De presuntos delincuentes también. ¿Llorente iba con alguien en esa proceso? ¿Cañizares? ¿Albelda? Muchos de los que levantaron en armas a Valencia, unos contra otros por pensar diferente, ahora rajan de Lim. ¿Pero no veis que siempre somos nosotros los que destrozamos esto? ¿No lo veis? Vestidos con trajes de catedráticos, ni han puesto un duro en su vida, ni han tenido que tomar una decisión vital que dependía de un si o de un no. ¿De qué estamos hablando?


Si el valencianismo olvida qué y quién le llevado hasta donde está, se está suicidando. Quizá sea más higiénico mentalmente, más cómodo, pero al Valencia de Lim se llega por el camino de la gestión pésima de gente de aquí, animada y protegida por los mismos que ahora rajan de Lim y empiezan a darle ya con el disco rayado: Singapur está muy lejos, un director deportivo de verdad, gente que siente el club, y bla, bla, bla. ¿Gente que lo sienta? Gente competente, profesionales válidos y capaces. Ah, y gente de confianza del dueño, porque cualquier propietario mete a su gente, y acierta o se equivoca. “El club es de la afición”. NO. El sentimiento es de la gente, el club es de Meriton. Y sobre 110 millones de presupuesto, el Valencia ingresa 16,5 en abonos. Si todos decidimos no volver a Mestalla, que habría que verlo, la merma económica directa sería esa, que no nos cuenten bobadas. Y aquí nadie quiere eso, Lim tampoco, aunque se esté equivocando en cosas y la capacidad de respuesta no sea la que todo el mundo quiere. Pero a este Valencia se llega por el camino de la gestión ruinosa, no lo olvidemos, jaleada por muchos que ahora piden la cabeza del dueño.