Peter Lim, dueño del Valencia, y de su destino

El propietario del club debe tomar las riendas, y decisiones, que ya empezó a ejecutar con Nuno, pero queda mucho camino

Toni Hernández | 02 DIC. 2015 | 06:36

Peter Lim llegó al Valencia de la mano de Amadeo Salvo hace poco más de un año, salvando al club de un desastre económico irreversible, después de años de despropósitos, y dando una estabilidad, calma y paz que no se conocían por estos lares. Además, un equipo joven y con cierto talento hacía una buena campaña y volvía a la Champions League varios años después, lo que alguna forma, pese a ciertas dudas en el juego, completaba un primer ejercicio magnífico.

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La salida de Salvo primero, y casi inmediatamente la de Rufete después, generaban un ambiente enrarecido. El hombre que trajo al Valencia a Lim contaba con apoyo popular, y el héroe del doblete con cierto peso deportivo. Pero el peaje de tener a Peter Lim, dicho esto sin ningún aspecto peyorativo o negativo necesariamente, era Jorge Mendes. Todo el mundo lo sabía, aunque a muchos les parece haber sorprendido ahora, lo que no deja de parecerme un ejercicio soberano de cinismo y caradura.

Cuando el club cierra el fichaje de Abdennour este verano tras la salida de Otamendi, recuerdo que todo el mundo, todo ese mundo que obviaba a Mendes, hablaba de plantilla de escándalo, refuerzo de lujo y equipo para competir por todo. Sólo hablamos de agosto, nadie se da un golpe tan fuerte como para olvidar tanto en tan poco tiempo. La pareja Lim-Mendes era la que había armado esta plantilla. La misma que desataba una euforia necesaria tras pasar la previa de la Champions.

Nuno es una pieza importante en este desenlace. Ha hecho de mamporrero del jefe, algo que está bien siempre que todo vaya bien, pero cuando se tuerce, y esto es fútbol, lo complica todo mucho. Dar sólo parte al dueño, saltándome mucha estructura, que incluso has ayudado a limpiar, a la larga es una trampa. Y en ella ha caído el portugués, que era tan buen o tan mal entrenador cuando gana en Almería en el cierre del curso pasado, que cuando pierda dando lástima en su último partido en el Pizjuán. Es exactamente igual.

Ahora Peter Lim debe tomar el mando, que de alguna forma, tras escuchar a Lay Hoon, es lo que ha sucedido. No voy a entrar en divagar sobre sus objetivos en el Valencia, porque nadie los sabe. Nadie ha hablado con él sobre ello, nadie ha podido mantener una charla al respecto. Ha puesto una distancia que para unas cosas es buena, y para otras, como este momento, quizá no tanto. Hay que poner en la balanza el global para poder determinarlo.

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Tomar el mando significa fichar un entrenador que agrade a todo el mundo, lo que siempre es un marrón considerable. Que sepa qué es el Valencia, que conozca y entienda a la plantilla, que sea ambicioso, que tenga curriculum, prestigio, carácter, mentalidad ganadora… Y como dice un buen amigo, y cupones de la ONCE. Ese perfil existe, pero quizá no en diciembre, quizá no en un equipo en formación. Quizá no preparado para entender a la grada de Mestalla. Por cierto, el Valencia haría bien en mandar a pastar a toda esa fauna de opinadores que hablan de la afición sin tener la más remota idea de lo que dicen, faltando al respeto e hiriendo sensibilidades. La diplomacia está bien, pero no cuando menosprecian a tu gente.

Asistimos a una guerra mediática, esa tan cansina en esta ciudad, en la que cada una agarra la bandera de lo suyo, atacando más al que no piensa como él que defendiendo de modo coherente su postura. Quizá aquí es donde Lim hace bien en alejarse. Pero alguien debe explicar al valencianismo qué piensa su jefe, y aunque Lay Hoon dijo muchas cosas, el jefe máximo es el jefe máximo. Y ahí es donde debe trabajar una cercanía que ahora no existe.