No more Mr. Fantástico

Del cielo al suelo en un mes: el Valencia ha sumado dos puntos de los últimos doce en juego que le alejan de la cabeza de la tabla y los puestos Champions.

Paco Polit | 08 DIC. 2014 | 08:00

Resulta injusto focalizar las críticas en el técnico valencianista, porque el entrenador no marca goles ni comete fallos defensivos: sin embargo, el preparador sí es el principal responsable de resumir en sala de prensa los puntos positivos y negativos mostrados tras cada partido. Ante el Granada, Nuno Espírito Santo volvió a evidenciar una alta dosis de indulgencia con el juego practicado por su equipo.

Los pecados de Nuno: sustituciones y meritocracia

Sí se puede achacar al portugués en su primera temporada una excesiva tardanza a la hora de realizar sustituciones prácticamente en todos los partidos disputados este año. Ante el Rayo, por ejemplo, la jugada salió redonda: tras una deficiente primera mitad, los mismos jugadores supieron cambiar las tornas sobre el césped en el segundo acto. Nuno mató dos pájaros de un tiro: voltear el marcador reforzó la moral de los teóricos suplentes en Vallecas y, de paso, los titulares estaban descansados para jugar el fin de semana. En Los Cármenes, por desgracia, las cosas no salieron tan bien: la primera sustitución llegó a dieciocho minutos del final, y el último cambio (el de Rodrigo) cuando quedaban menos de diez.

Precisamente Rodrigo está siendo protagonista involuntario en las últimas jornadas. Sirvan las presentes líneas para disculpar al futbolista y relevarle de toda responsabilidad: bastante tiene el hispano-brasileño con estar atravesando un mal momento de forma, un bucle de ansiedad e inseguridad que le impide mostrar su mejor versión. Todo queda en manos del que lo alinea, Nuno en este caso. Hay entrenadores que optarían por relegar al banquillo al jugador, para restarle presión, para dar un paso atrás en el camino a poder saltar dos hacia adelante. El portugués, por contra, insiste en su titularidad, ahora por banda izquierda.

El gran damnificado, sin haber hecho deméritos para verse fuera de los onces y sin minutos en los últimos dos partidos, ha sido Pablo Piatti. Su ausencia, además de en el trabajo y ayudas defensivas en banda izquierda, se ha notado especialmente en las jugadas a balón parado. La meritocracia es un arma de doble filo que sólo resulta peligrosa cuando no se ejerce o bien se ejerce con diferente rasero entre unos jugadores y otros.

​Un discurso que se agota

El aficionado valencianista destaca por su especial sensibilidad para los discursos públicos. En Valencia gusta el discurso ganador, pero sólo si va acompañado de hechos que lo respalden. En caso contrario, es mejor caminar con la verdad por delante, con el realismo por bandera. La única realidad es que, desde la novena jornada (cuando se ganó en Mestalla al Elche), el Valencia sólo ha sido superior con claridad al FC Barcelona en un partido que terminó con gol culé en el minuto 93. Villarreal, Levante, Rayo y Granada pusieron en aprietos a los de Nuno en tramos del partido, y en casos puntuales fueron merecedores del triunfo.

Sin embargo, el discurso en sala de prensa siempre ha sido muy similar por parte del técnico valencianista. Ante el Granada, más de lo mismo: "Creo que merecíamos ganar este partido, con once jugadores lo hubiésemos ganado". Como pedir la hora y responder que llueve. El Granada llevó el choque a su terreno, áspero, duro, violento en ocasiones pero efectivo en el marcador final. La autocrítica brilló por su ausencia en la sala de prensa de Los Cármenes, como ya ha sucedido en otros partidos.

Y al hincha le empieza a cansar el mismo discurso. No sólo basta con que Nuno analice internamente los errores en el vestuario; también es necesario que tenga algún guiño hacia el exterior, para que los seguidores oigan de boca de su propio entrenador que hay mucho que mejorar, y que se va a trabajar en ello. Sólo así se puede mantener el apoyo incondicional que Nuno se ha granjeado en sus primeros meses como preparador blanquinegro.

Hernández Hernández, al Polo Norte

Una vez tratados los aspectos futbolísticos que el Valencia debe pulir, es imposible analizar el choque en Los Cármenes sin aludir a la lamentable actuación perpetrada por el canario Hernández Hernández. Un arbitraje infame que pasó por alto numerosas acciones bruscas de los jugadores locales, una expulsión merecidísima a John Córdoba que se fue al limbo y, como colofón, la vergonzosa cartulina roja mostrada a Alcácer tras recibir el de Torrent un manotazo en la cara.

La redacción del acta no fue excesivamente dura, pero es una auténtica golfada expulsar a un jugador por esa acción. En lo referente al gol del Córdoba, poco que objetar: puede que Success estuviese en fuera de juego, pero minutos antes Hernández Hernández había errado anulando un gol legal al Granada por idéntico motivo. Un actuación vergonzosa en líneas generales y que se hizo acreedora de una buena ración de 'nevera'.

En líneas generales...

Empieza a ser preocupante la tendencia a la utilización reducida de la plantilla, contando con unos trece o catorce jugadores fijos mientras que otra decena vive en el más absoluto ostracismo. Ventajas e inconvenientes de tener un once tipo: la competitividad entre semana se reduce (siempre juegan los mismos) y, cuando toca echar mano de los suplentes, su dinámica no es la más adecuada. Hombres como Cancelo, Filipe Augusto, Orban, Vezo, Robert... juegan poco, y cuando lo hacen disponen de poco tiempo para demostrar su valía. La ansiedad acaba apresándoles sin remisión.

Si a eso añadimos los casos flagrantes (mencionados anteriormente) en los que la meritocracia brilla por su ausencia, la definición clara de los roles dentro del vestuario brilla por su ausencia. Y, además, facilita la labor de 'scouting' a los rivales: desde el segundo mes de competición, la sorpresa inicial por la irrupción de 'novatos' en la Liga como André Gomes o Rodrigo Moreno ha sido contrarrestada con acierto por los cuerpo técnicos visitantes. Al Valencia, como venimos diciendo desde finales de octubre, le han tomado la matrícula. Le han cogido el truco. Y para volver a sorprender al resto de equipo, es necesario emplear nuevas piezas en el tablero de vez en cuando.

Ante el Granada, la pareja de centrales (Mustafi y Otamendi) fue de nuevo el baluarte para frenar a un rival limitadísimo y que, aún así, hizo sudar tinta china al equipo en la segunda mitad. La lesión del alemán, a falta de conocer el alcance exacto, vuelve a abrir las puertas del once a Vezo, quien rindió bien a principios de temporada. En ataque, el gol de Negredo fue una catársis para el vallecano: obtener su primer tanto, largamente perseguido, hace que nos frotemos las manos ante las enormes posibilidades ofensivas que el 'Tiburón' proporciona al Valencia. Titular indiscutible por su juego con balón, sin balón, de espaldas y, ahora, por haber anotado el primero de (esperemos) una larga racha de goles.

No todo es negativo, ni mucho menos: hay brotes verdes a los que aferrarse. Pero el primer paso (y ese debe darlo el entrenador) es el de subir el listón de la autocrítica. Mirar hacia dentro para que se note de puertas para afuera. No necesitamos un entrenador que siempre sea perfecto y "fantástico" a todos los niveles. Eso no existe ni existirá. Es más, no es necesario que lo haga. Nos basta con uno humano, tangible y real, que reconozca los errores del equipo y propios, aprenda de ellos y sepa ajustar sus piezas y rectificar sobre la marcha.