Víctor Pérez, talento en el centro del campo granota

El jugador granota coge galones en sus primeros días vistiendo la elástica granota a las órdenes de Jose Luis Mendilibar

Redactor Jefe | 14 JUL. 2014 | 17:56

La actividad es frenética en la agenda personalizada de Víctor Pérez. El miércoles por la noche aterrizó en Valencia, procedente de Madrid, tras formalizar definitivamente su cesión con la sociedad granota, y apenas unas horas más tarde se calzaba las botas en la Ciudad Deportiva de Buñol, conocía las directrices de la entidad en la charla previa al inicio de la pretemporada que emitió Quico Catalán en el interior del vestuario y saltó al campo número uno de la instalación, junto al resto de sus nuevos compañeros, para estrenarse de facto como futbolista azulgrana.

En los interludios entre los entrenamientos busca piso en la ciudad y trata de aclimatarse con la mayor celeridad posible a su nuevo entorno. Y todo parece que va rodado. Así lo expresó en la jornada de ayer Juanfran a referirse al proceso de adaptación de los nuevos futbolistas granotas en alusión a Víctor Pérez y Gavilán. El capitán valoró la actitud de las primeras incorporaciones de la entidad.

Víctor Pérez asume un nuevo reto deportivo en su carrera futbolística desde un prisma personalizado. En realidad es una constante si se escruta su currículum. Su expediente marca una continuada línea ascendente en un mundo complejo. Formado en la cantera del Real Madrid, y con parada en el Getafe, decidió dar un giro copernicano a su carrera para enrolarse con el Alcorcón en el ámbito de la Segunda División B.

A veces, hay que dar un paso atrás para impulsarse hacia adelante con fuerza y decisión. Fue el caso. La decisión adoptada estuvo marcada por el éxito, aunque al futbolista le quedó la espina de no consumar un ascenso con el que coqueteó a la categoría de Plata. No obstante, su estancia en el feudo de Santo Domingo no resultó testimonial y le permitió marchar al Huesca como paso previo para comprometerse con el Real Valladolid. Víctor Pérez pisaba con fuerza el ecosistema de la Segunda División A. El desafío con la elástica blanquivioleta era meridiano. No había pretextos, ni excusas. El retorno a la Primera División se vislumbraba por el horizonte. Era la principal meta y un reclamo retador.

Víctor Pérez corroboró sus prestaciones y todo aquello que parecía adivinarse cada vez que entraba en contacto con el esférico en la medular de la institución de Pucela. Djukick no dudó en apostar por sus características y el jugador respondió de manera inmediata sobre el verde. Los números, y la glacial estadística avalan, esta correspondencia mutua adquirida. Setenta titularidades confirman el entendimiento que existió entre ambos.

La preponderancia del centrocampista en los planteamientos defendidos por el preparador serbio era manifiesta tanto en el ejercicio saldado con el ascenso a la elite como en el curso siguiente ya instalado sobre la alfombra roja que establece la Primera División, si bien una lesión le descabalgó de la medular durante unos meses, aunque todavía tuvo tiempo para incorporarse y afrontar, en las mejores condiciones posible, la fase definitiva de la temporada con la conquista final de la permanencia.

Víctor Pérez pone la pausa en la línea de medios. Es capaz de entumecer la película del partido o avivar la lumbre del choque en función de la lectura establecida. Es la calidad, pero también la fantasía, que adereza con un punto de irreverencia cuando le cae el cuero a sus pies para imaginar lo que parece más inverosímil, en ese espacio del rectángulo de juego que preludia la materialización concluyente del gol.

Quizás ese sea el universo en el que se siente más cómodo dentro de la orografía del verde. Ejerce de heraldo entre la creación y el gol. Su cerebro se estimula sobremanera cuando el vértigo del gol produce oscuridad poblando de nubes el pensamiento de otros jugadores. No es el caso que compete. Hay prestidigitación e ilusionismo en sus botas. Y precisión en la ejecución para desnudar la acción que antecede a la suerte culminante de la disciplina en evidente referencia a la validación del gol. Dicen los analistas que ha ganado en consistencia y en trabajo colectivo. Y como recordó el propio protagonista en Buñol no está de paso por el barrio de Orriols. Quiere seguir creciendo con las barras azulgranas fijadas a su cuerpo.