Barral y Keylor, la pareja perfecta

Barral y Keylor Navas se han convertido en la dupla perfecta en el buen porvenir del futuro granota ya que mientras uno los marca el otro los para

Redactor Jefe | 17 FEB. 2014 | 18:39

No es el Levante un equipo que imprima un fuerte contenido estético a su juego, pero en Orriols decidió darse un homenaje y tributar a sus aficionados uno de esos goles que se recuerdan por su génesis, transición y finalización. Todo empezó en el costado izquierdo de la línea de medios. El cuero fue pasando por las botas de distintos jugadores azulgranas, ante la mirada perdida de los jugadores almerienses, hasta que desembocó en el punto derecho del ataque local por donde apareció El Zhar. Allí donde el gol comienza a adoptar su forma más concreta y su materialización definitiva surgió el espíritu insurrecto de Barral para sacarse de la chistera una volea mortal para Esteban.

Fue un gol de ejecución poética. Barral dibujó un difícil escorzo y entró en contacto con el cuero de forma violenta. El meta no pudo oponer resistencia. Barral mantiene una estrecha alianza con las redes contrarias en las últimas semanas. La diana rompió un partido de atmósfera condensada y densa. De mantener impoluta la enorme renta que suponía conquistar la victoria se encargó Keylor Navas en los minutos finales. El cancerbero voló para introducir unos guantes salvadores tras un disparo de Óscar Díaz que parecía inapelable, pero es evidente no hay nada imposible para el guardameta granota en el tiempo más presente. Hasta la buenaventura se encarga de guiar cada uno de sus acompasados y extraordinarios movimientos. El esférico tropezó en sus manos y rebotó en la escuadra. Los tres puntos se quedaron en el barrio de Orriols y dimensionan al Levante en a clasificación. Entre Barral y Keylor Navas lustraron unas de esas victorias que cuentan con un valor que supera en mucho el dictamen que emana del triunfo.

Suele acontecer en el ciclo liguero. En el eje en el que se sitúa el calendario las confrontaciones adquieren notoriedad. Y desde ese prisma el Levante redujo a una escuadra con la que comparte desafíos en el reto que implica mantener el tipo en el umbral de la Primera División. El triunfo conjuga con la igualada saldada en Almería con todo lo que genera. Desde ese prisma; se trata de una victoria con un plus adicional al escrutar ese componente, a veces invisible, denominado goal-average. Orriols presentaba un partido para supervivientes. Es una máxima que se perpetúa en las últimas semanas. Los choques están cargados de emociones y de aditivos extraordinarios. La etiqueta y el envoltorio recordaban a los partidos disputados en las postreras semanas en el Ciutat de València. En ese sentido, habría que advertir que el Levante se muestra como una escuadra comprometida y del todo fiable ante ese perfil de confrontaciones.

No se achanta, ni le tiembla el pulso. Su capacidad para agarrarse a los encuentros es suprema. Quizás sea uno de sus principales distintivos y una de sus mejores credenciales. Sabe cómo afrontar los envites y cómo meterles mano y se sirve de dos jugadores que están tocados por los Dioses, en alusión directa a Barral y Keylor Navas. El atacante andaluz apareció en el corazón de área en las acciones más reveladoras. No pasa desapercibidos en el cómputo general de las confrontaciones. Barral se bate con la fiereza de un gladiador ante una legión de defensores. Y tiene un espíritu contagioso para el resto. Los ojos le brillan cada vez que entra en contacto con el balón. Y nunca se apagan. Marcó de nuevo, reclamó una pena máxima y celebró otro gol mal anulado. Los calificativos no se acaban si se trata de enjuiciar la actividad de Keylor Navas. Tiene una sugerente capacidad para asombrar en cada una de las comparecencias ligueras. En cada choque mejora el anterior. Ante el Almería emergió para agarrar una victoria que podía escaparse tras el zapatazo de Óscar Díaz.

Quizás el Levante marchó con el triunfo por esa competencia que muestra para moverse con sagacidad y sabiduría entre la frontera del bien y del mal. Sus jugadores conocen los misterios de este tipo de choques. Y el partido fue abigarrado tal y como podía preverse ante el guion establecido; de una intensidad extraordinaria en la medular y con escasos fogonazos en las cercanías de las porterías defendidas por Esteban y Keylor Navas. El Almería ha dado dos pasos atrás para armarse sobre su retaguardia. No es el equipo alegre y con un punto de ingenuidad del arranque de la competición. Su progresión y ascendente es evidente como demuestra en el verde.

No ha perdido sus credenciales y quiere mantener una buena relación con el balón, pero se ha pertrechado para guarecerse de sus adversarios. Y planteó un duelo repleto de incógnitas para el rival. Y su pueesta en acción fue demoledora con Zongo generando desconfianza. En ese aspecto radica la cotización de la victoria azulgrana. El Levante tiene la virtud de confiar ciegamente en sus posibilidades. Conoce sus recursos y los maximiza. Y sabe encontrar los resquicios para madurar y dar el golpe definitivo en el instante definitivo de la confrontación.