25 años de la gesta granota contra el Ceuta

Un partido inolvidable para los aficionados levantinistas

Redactor Jefe | 12 FEB. 2014 | 17:32

Aquella tarde invernal del 12 de febrero de 1989 Manolo marchó hacia el túnel de vestuarios a la conclusión del primer acto con el rostro desencajado. Mientras recorría la distancia que separa el terreno de juego del entonces Nou Estadi del enclave destinado a los jugadores del Ceuta trataba de poner pensamiento a todos los sucesos que se habían cernido a su alrededor en cuarenta y cinco minutos auténticamente devastadores.

Manolo buscaba respuestas y no encontraba contestación para explicar los hechos que había vivido en primera persona. Sus efectos parecían catastróficos y demoledores. Los atacantes azulgranas se habían proyectado con la furia de las plagas bíblicas sobre la portería que orgullosamente defendía. Los goles fueron sucediéndose y una sensación de frustración se apoderó de su persona. El marcador era esclarecedor de los hechos y de los sentimientos que embargaban al arquero canario.

El partido parecía dinamitado tras las cinco dianas que se alojaron en su meta en el primer acto de una confrontación mayestática. Hoy se cumplen 25 años de un enfrentamiento que concitó la atención de la totalidad del balompié nacional, a pesar de que los contendientes se batían en busca de nuevas aventuras como inquilinos del Grupo IV de la Segunda División B.

“El duelo en la cumbre no defraudó”. Fue el titular escogido por El Mundo Deportivo en el día después del combate. Aquel partido era más que una simple confrontación en el océano de una competición que contemplaba la disputa de treinta y ocho jornadas. Era el partido por excelencia. Y su trascendencia absoluta. Se enfrentaban dos escuadras con unos números excelentes sobre el verde del coliseo de Orriols.

Del Ceuta se acentuaba principalmente su extremada consistencia defensiva. Sus dígitos eran reveladores de esta condición; tres goles en veintiún partidos. Manolo era el portero más buscado por aquellas jornadas, pese a militar en el tercer escalafón del fútbol nacional. Había encajado un solitario gol en la secuencia de partidos. El resto de las dianas encajadas, dos, se contabilizaban al meta suplente en su única actuación liguera.

El guardameta emergía con una fuerza desproporcionada superando en magnitud al resto de una plantilla que, no obstante, desconocía el acedo sabor de la derrota en el campeonato de la regularidad. Con todo era el aspirante a un liderato que ostentaba el Levante. Su imagen era realmente desafiante, un gigante de siete cabezas que nunca claudicaba; principalmente como propietario del Nou Estadio. Nadie había puesto entre signos de interrogación su dominio en su entorno más cercano e íntimo. Era invulnerable. Los encuentros se sucedían con un claro denominador común; la adquisición en propiedad de la victoria. Las leyes de la competición eran incuestionables; o bien el Ceuta salía de Valencia con la primera derrota en su expediente, o bien el Nou Estadio perdía su condición de invencible. El encuentro rompió con la lógica imperante. La inocencia virginal que detentaba el Ceuta se resquebrajó en apenas veinte minutos. Latorre, Blesa y López se habían ensañado con su oponente.

Y los pupilos de Roberto Álvarez parecían desactivar los circuitos de la escuadra andaluza después de anotar dos dianas más antes de la conclusión del primer capítulo (5-1) de un duelo sideral ante los gritos de las más de doce mil almas que poblaban las gradas del coliseo azulgrana. Y estelar fue la reacción del Ceuta en la reanudación. Nadie esperaba una respuesta tan encorajinada de un grupo que trató de revertir el marcador, pese a la complejidad de la empresa. Los grandes jugadores se miden en ese tipo de momentos.

Y la situación del Ceuta en la tabla no era anecdótica. Ocenda recortó las distancias nada más amanecer la segunda parte. Ito entre los minutos 77 y 78 sembró el germen de la duda. En el punto contrario del campo los ojos de Manolo brillaban de excitación y las piernas de los jugadores locales temblaban. Museros, meta del Levante, adquiría su cuota de protagonismo. El firmamento pareció desvanecerse sobre el feudo de Orriols. Las distancias entre la gloria y el infierno eran escuetas aunque la victoria no se esfumó en uno de esos partidos que marcan tendencia y que superan el olvido que marca el paso del tiempo.

Alineaciones del partido entre el Levante y el Ceuta:

Levante: Museros, Almagro, Ballester, Iranzo, Blesa, Susaeta, López (Aragó, min 79), Patri, Martín (Corbalán, min 65), Latorre y López Ufarte.

Ceuta: Manolo, Lozano, Ondina, Quintero, Gambín (Barrientos, min 46), Pozo, Toni, Ocenda, Ito, Antelo y Camacho (Muñoz Pérez, min 65).

Árbitro: Iglesias Casas. Amonestó al local Patri y a los visitantes Camacho y Ondina.

Goles: 1-0. M.6 Latorre. 2-0. M. 10 Blesa. 3-0. M. 21 López. 3-1. M. 32. Iranzo. 4-1. Martín. 5-1. M. 45 Latorre. 5-2. M. 47 Ocenda. 5-3. M. 77 Ito. 5-4. M. 78 Ito.