El Zhar despierta como goleador granota

Sorprendió en su faceta goleadora

Redactor Jefe | 28 OCT. 2013 | 09:33

El Zhar despierta su olfato goleador. El futbolista granota fue capaz de hacerlo en un partido que parecía refractario a ese tipo de emociones desarrolladas sobre el verde del Estadio Ciutat de València en una noche mágica y repleta de goles que confirmó el primer triunfo granota en calidad de casero de la Era Caparrós. El prólogo de la confrontación advertía del perfil que presentaban dos sociedades que parecían compartir infinidad de imágenes.

El Levante y el Espanyol guardan similitudes cuando se pertrechan sobre el campo para afrontar los encuentros de la competición oficial. No son dos clones, pero es evidente que guardan una serie de paralelismos. Y un comportamiento parejo cuando se adecúan sobre el verde. De los equipos confeccionados por Joaquín Caparrós y Javier Aguirre se resaltan básicamente su capacidad de trabajo, el innegable compromiso, la solidaridad grupal, la primacía del colectivo y el esfuerzo estajanovista sobre el campo. Son bloques de mirada dura y pierna fuerte. Quizás priman los valores emociones sobre el contenido estético, pero el fútbol, en ocasiones se mueve por otros parámetros. La capacidad de cambiar el paisaje establecido es un aspecto que puede ser decisivo. Y el Zhar conjugó con ese postulado sobre el pasto del feudo de Orriols en una noche que tardará en olvidar para beneficio de un Levante que se marcha hasta los dieciséis puntos tras las disputa de las diez primeras jornadas. Los números son reveladores.

Nabil estableció las diferencias en un duelo aparentemente entre dos iguales. Definió el sino del encuentro con una actuación ciertamente poliédrica. El atacante marroquí causó estragos entre los defensores blanquiazules que nunca encontraron los resortes para conseguir cesar su actividad. Nabil fue como una sombra indetectable y realmente turbadora para el Espanyol. El protagonismo de El Zhar queda evidenciado en la formación y finalización de los tres goles que iluminaron una victoria que el bloque necesitaba celebrar en el feudo del barrio de Orriols en perfecta comunión con su masa social. Una acción de potencia acabó con una pena máxima, que la televisión confirmó que no era, puesto que el contacto se produce al ingresar en el área españolista, ejecutada con un plus de frialdad por el delantero. Minutos después narcotizó a los defensores para colocar el cuero en la cabeza de Baba. Y en el alumbramiento del segundo acto se sacó un latigazo que iluminó la escuadra de Casilla.

El Zhar estuvo presente en las acciones más candentes y determinantes de la confrontación. El jugador, proyectándose desde la mediapunta, desnortó al Espanyol en un ejercicio de fe y de calidad. Nabil encontró aliados en una noche repleta de productividad. Baba con la camiseta azulgrana recupera sensaciones que parecían perdidas en los últimos tiempos. El senegalés dejó impreso su distintivo con un estético remate que mutó el sentido del centro procedente de las botas de El Zhar. Fue un cabezazo marcado por la ortodoxia en su ejecución y movimiento.

El crecimiento de Baba es exponencial a los galones adquiridos por Pape y Simao en la línea de medios. No obstante, hay más indicativos que acentúan la paz espiritual que guían sus movimientos sobre el campo. Y quizás surja una acción definitoria. Baba aprovechó una cesión involuntaria de Fuentes en el borde del área para armar su pierna y tratar de sorprender a Casilla, aunque el balón pasó silbando por encima del larguero. Fue una jugada veloz en la ejecución. Baba no tuvo que pensar en exceso. Son los automatismos que caracterizan a los killers del gol y sus prestaciones marchan en consonancia con sus predecesores en el cargo al estilo de Caicedo, Koné o Martins.

Baba le devolvió a El Zhar los servicios prestados en su gol con un taconazo superlativo, que bajó un balón caído del cielo, que preludió la segunda diana del marroquí. Fue un tanto que define la filosofía del Levante. Tres toques consecutivos y a festejar el gol con la grada. Quizás por encima de cuestiones personalizadas, haya que enfatizar los valores colectivos de un grupo que conoce sus limitaciones y se lanza con pasión a extraer el máximo de los réditos posibles de sus cualidades.

El Levante presenta unas características que calan en su imaginario como equipo y le definen como adversario sobre el rectángulo de juego. Es posible que su principal virtud sea aletargar a sus adversarios hasta hacerlos desaparecer de la faz del verde. Es una tarea lenta, pero tan eficaz como letal. El bloque va creciendo a partir de un orden metódico y una concepción donde prima la colectividad. Sus rivales pierden el sentido hasta caer presos de la incertidumbre. Quizás sea otra manera de entender el fútbol, aunque tan válida como otro tipo de filosofía. Los resultados autorizan esta proposición.