Barral, vendetta madridista

El futbolista granota militó en el conjunto blanco 

Redactor Jefe | 04 OCT. 2013 | 12:26

No es un fenómeno que sea ajeno al fútbol. Y prácticamente hay que buscar sus raíces en la negra noche de los tiempos. Barral ejemplifica esa tendencia. El inicio del relato futbolístico profesional, con el balón cosido a sus pies, transporta al atacante azulgrana al epicentro de Valdebebas.

En ese espacio fue creciendo como jugador, pero también fue formándose como persona mientras se empapaba de la filosofía que caracteriza a la escuadra madridista. Fue una etapa eminentemente formativa, pero fundamental por su significación. El atacante, en la actualidad en las filas de la institución azulgrana, fue superando obstáculos y ascendiendo peldaños en la cadena competitiva hasta arribar al ecosistema de la categoría de Plata defendiendo el escudo del Real Madrid Castilla. El germen de la historia, que reúne al protagonista y a la entidad blanca, hay que buscarlo a muchos kilómetros de distancia de la capital de España.

En tierras andaluzas, y más en concreto en San Fernando, comenzó a sonar con pujanza el nombre de David Barral. El delantero cotizaba. Los goles y su actividad en las inmediaciones de la vanguardia, se convirtieron en su principal salvoconducto. Como una aceleración centrífuga su nombre se extendió. Tampoco es un fenómeno nuevo en la disciplina del fútbol. Un jugador va ampliando los márgenes geográficos hasta rebasar su espacio físico más cercano para adentrarse por espacios desconocidos. La figura de Barral no pasó desapercibida y su ficha técnica aparecía subrayada en rojo en los estantes de las más prolíficas canteras del fútbol español. El Real Madrid pujó por sus servicios y el ariete decidió comprometer su destino con la sociedad madridista. Paco Gracia fue el responsable de la contratación. Fue el inicio de una entente duradera. Barral se instaló en Madrid y comenzó un irresistible camino en dirección hacia la elite. Sus movimientos estaban pautados.

En el recorrido emprendido se alistó en las filas del Real MadrId C en Tercera División como paso anterior al Real Madrid Castilla. El camino establecido fue duro y escarpado. Barral aceptó una cesión al Fuenlabrada para regresar y saborear un ascenso a Segunda División A como futbolista del Castilla y una estancia en la categoría de Plata con un equipo plagado de jugadores que, con el tiempo, encontraron acomodo en la cima del fútbol español. No obstante, el acuerdo no fue eterno y el delantero decidió poner punto y final a esta relación. Decidido, hizo la valija para trasladarse hasta el corazón de Asturias. Manuel Preciado se fijó en sus credenciales. Sus destinos iban a estar estrechamente atados desde entonces.

Ante sus ojos se abría un nuevo universo balompédico por escrutar desconocido. El retorno a Primera División con el club astur propició un duelo que fluía en el imaginario del futbolista. El calendario, es una evidencia, emparejaría al Real Madrid y al Sporting de Gijón. Su condición de exmadridista no fue un impedimento para dejar su sello en forma de goles y victorias. De su celebración del gol en el Estadio Santiago Bernabéu se recuerda su impronta. Barral autografió su nombre sobre el césped en un intento de dejar constancia de la autoría de una diana en un escenario bíblico que no evitó la derrota (3-1). La diana estaba cargada de emoción como el triunfo ajustado (0-1) del curso 2010-2011 en el feudo de Chamartín que acercó al Sporting a la permanencia y rasgó el record de Mourinho. Barral no anotó, pero formaba parte de la alineación inicial.