Valencia-Real Sociedad 95-96, el día que la pelota no quiso entrar

Los valencianistas no encontraron el camino hacia el gol

Jose Hernández | 01 DIC. 2012 | 09:16

El Campo de Mestalla no es históricamente propicio para la Real Sociedad, ya que en los últimos 20 años solo ha conseguido ganar en tres ocasiones; una de ellas, 1995-96, permanece en la retina de los aficionados del Valencia más nostálgicos, el día que la pelota no quiso entrar.

La cara con la que salieron los casi 50.000 espectadores del recinto valencianista lo decía todo: era la misma sensación que con acierto había definido Luís Aragonés en rueda de prensa. Al sabio de Hortaleza no le faltaba creatividad para determinar siempre con el adjetivo ingenioso una situación extraña, pero aquel día fue directo: "se nos quedó cara de gilipollas...", y no era para menos. La Real Sociedad terminaba de llevarse tres puntos de Mestalla en un partido de locos.

El Valencia de principios de 1995-96, era un conjunto que jugaba según la inspiración de cada día. Ofrecía una cara u otra con mucha diferencia de rendimiento en ambas; podía conseguir victorias entusiasmando a la grada con su fútbol o ser goleado dejando para otro día las buena actitud defensiva. Comenzó la liga perdiendo en Riazor, ante un Deportivo que le pasó por encima y que fue tan superior que hasta sus aficionados se olvidaron de las fobias del año anterior y aquellos recibimientos llenos de billetes de papel.

Pero la noche que llegó el Real Madrid a Mestalla, los de Luís Aragonés ofrecieron una primera parte espectacular, rozando la perfección y regalando uno de aquellos días mágicos: la cara buena del equipo. El juego directo con combinaciones cerca del área, desarboló por completo a los blancos, con los que por cierto se alineaba Quique Sánchez Flores, abucheado por la grada en cada balón que recibía. En la segunda parte sin embargo, el Valencia se vino abajo fisicamente, y en dos acciones a balón parado (un penalti transformado por Laudrup y una falta en la que Alkorta estuvo cerca de despegar la red debido a la dureza del disparo), el Real Madrid se acercó en el marcador. Se terminó ganando 4-3, pero aquella noche quedó clara la actitud y el desarrollo del conjunto formado por Luís; sería capaz de lo mejor y también de pegar bajones o protagonizar escandalosos fallos que le condenarían en la lucha final por el título.

El día de la visita de la Real Sociedad a Mestalla, se sentaba por primera vez en el banquillo Txuri Urdín Javier Irureta, que había relevado a Salvador Iriarte, una de las primeras víctimas de la temporada. La Real tenía muy poco en sus filas, Valery Karpin, que jugaría mejor en los siguientes meses, Craioveanu y Aranzabal, un lateral del que Javier Clemente estaba enamorado pero que difícilmente hubiera alcanzado la internacionalidad en otra época. Arriba eran mansos, y los milimétricos pases de De Pedro pocas veces eran alcanzados por Idiakez o el frío Marcus Purk.

En aquella Real Sociedad había debutado un mes y medio antes un centrocampista de 24 años, nada menos que Unai Emery, futbolista que gozaría de poca confianza en el futuro pero que al menos tendría oportunidad de marcar un bonito gol en primera división.

[video:http://www.youtube.com/watch?v=XH26F_-P7WE]

El Valencia falló una ocasión tras otra, incapaz de marcar la diferencia ante un conjunto que rozaba las posiciones de descenso. La victoria era necesaria para no perder terreno respecto a los líderes de la liga, Atlético y Barcelona. Los empates ya no tenían tanto valor como en anteriores temporadas, ya que justo en esa campaña se habían instituído los tres puntos por victoria. Alberto, el portero donostiarra, estuvo especialmente inspirado. Ni Mijatovic, ni Pepe Gálvez ni Fernando, pudieron batir la defensa impuesta por Irureta. La salida al campo de Viola, que había inaugurado su cuenta goleadora jornadas antes frente al Compostela, tampoco fue un revulsivo para el equipo.

En una contra aislada, la Real llegó a las inmediaciones de la portería de Zubizarreta; era la primera vez que lo hacía. Idiakez tuvo la fortuna de conectar un balón que se introdujo sin solución en la portería del Valencia. El 0-1 no se movió, mientras el Valencia utilizó sin suerte todos los recursos para llegar al gol. La Real se llevó un valioso botín que hizo comenzar con buen pie a su entrenador. La visita del conjunto Txuri-Urdin en 95-96 será recordada como el día en el que la pelota no quiso entrar, la tarde de mayor infortunio atacante para los hombres de Luís Aragonés.