El inconveniente de ser europeos

Las prisas de Manolo Salvador chocan con el atasco en varios asuntos clave de la planificación deportiva

| 05 JUN. 2012 | 18:48

La prima de riesgo del Levante se mantiene estable, pero ahora es Europa quien marca los tiempos de la política deportiva. He ahí la "putada" a la que Manolo Salvador se refirió en plan castizo. El play-off de la Euroliga obliga a tener la plantilla prácticamente perfilada mucho antes de la última semana de agosto, que es paradójicamente cuando más y mejores negocios ha hecho el director deportivo. La contrapartida del salto internacional es doble. Por un lado, con el tiempo pisándole los talones, el club va a tener menos margen para apretar económicamente las operaciones. Por el otro, tampoco podrá meterse en guerras de desgaste como lo fueron las de Felipe Caicedo y Arouna Koné, fichados sobre la bocina tras aguantarlos todo el verano en la recámara para ficharlos gratis.

Bendito problema, por supuesto. Pero problema, porque las prisas van a encarecer la plantilla. El club tiene prevista una ligera subida en el presupuesto para compensar la inflación, pero no para dar un salto de calidad. En Europa todo es más caro, desde los fichajes hasta las renovaciones, por las que Quico Catalán está pagando un sobreprecio. Sin embargo, apenas entrarán nuevos ingresos. Era en la Champions donde estaba esa panacea.

A un mes vista del arranque de la pretemporada, el Levante aún no ha cerrado ninguna incorporación más allá de la operación-puente de Koné. Tiene encarrilado a Ángel y muy cerca a un interior derecho —probablemente llegará de Segunda División— con el que presionar a Valdo. Pero hoy por hoy son las renovaciones las que absorben su día a día. En especial, más allá de la de Rubén Suárez, las tres que considera más urgentes: Cabral, Navarro y Xavi Torres. Mientras que los centrales están encarrilados a falta de concretar diferentes flecos, el club corre el riesgo de acabar enzarzado en los tribunales con el mediocentro de Xàbia. Un freno que impide a Salvador ir cogiendo velocidad y al que se añade, sin duda, el principal inconveniente de todos: Juan Ignacio.

El entrenador confirmará en breve su continuidad, pero durante varias semanas el club ha estado pendiente de su decisión. JIM pidió unos días para recargar pilas tras acabar la temporada. No sólo estaba agotado. Su conflicto soterrado con Quico Catalán fue un castigo excesivo, pese a que salvo sorpresa morrocotuda, y sin ofertas concretas a las que agarrarse, contestará que sí. El de Rabasa confirmará que está con ganas de tirar para adelante, algo que la cúpula se quedó con ganas de escucharle en la última reunión, días antes de que se marchara a desconectar con la familia. Nunca es tarde si la dicha es buena.

A partir de ahí, hará falta que la convivencia sea lo mejor posible. Cuestión complicada, pues a nadie escapa que en la rocambolesca relación entre entrenador y club las dos partes habrían apostado por el divorcio de no estar casados por contrato un año más. No obstante, y aunque con muchos matices, que JIM siga es bueno. Con los resultados en la mano se hacía imposible entender otra cosa. Será una obligación, eso sí, hacer borrón y cuenta nueva.

A la espera de que el tema del banquillo se desatasque definitiva y públicamente es indudable que se ha perdido un tiempo muy valioso tanto en la confección de la pretemporada como en la concreción de varios fichajes que, por bien del Levante y para evitar errores del pasado, deberían ser de consenso. Y es que es un secreto a voces que el de Rabasa, que ya rompió una lanza por Farinós, solicitará repescar a Botelho y propondrá otros nombres de su agrado al club para reforzar una plantilla que nunca necesitó crecer tan deprisa ni nació tan despacio. Al tiempo.

POR RAFA MARÍN