Once años de la final de Milán

El Bayern vivió la cara buena de la moneda

Jose Hernández | 22 MAY. 2012 | 08:53

El miércoles 23 de mayo se cumplen once años de la derrota del Valencia CF en la final de la Liga de Campeones de Milán ante el Bayern Munich; para el equipo “ché” fue su segunda final. Desde aquella temporada, el club no consiguió llegar más lejos de los cuartos de final, ronda que alcanzó en 2002-03 y 2006-07.

A muchos valencianistas, la final disputada este último sábado les recordó en buena medida a aquel partido del Giuseppe Meazza. Bayern y Chelsea encararon el encuentro con dos ideas de juego muy diferentes, pero sobredimensionados en lo emocional. El Bayern vivió en primera persona el sufrimiento con los acontecimientos sucedidos en los últimos minutos y el penalti fallado en la prórroga. Al contrario de hace once años, esta vez tuvo que rendirse ante la derrota.

Pellegrino Bayern Munich

Cuando ya besaba la copa recibió el mazazo del empate, y ya en la tanda, Schweinsteiger cargó sobre sus espaldas el peso de una mayúscula decepción; era inevitable acordarse de Pellegrino. Las imágenes de una plantilla rota maldiciendo y llorando sobre el césped también invocaban a aquel Valencia, así como dos entrenadores de un perfil personal parecido, Cúper y Jupp Heynckes. Era lógico establecer un paralelismo entre Cañizares y Neuer, tan cerca de una gloria merecida que se esfumó. Incluso la vuelta olímpica y el baño de masas de Drogba recordaba a aquel 2001, con Effenberg y Oliver Kahn disfrutando de una Copa que se había escapado años antes. Milán 2001 y Munich 2012 compartieron emoción y sentimientos. No fueron partidos brillantes pero alargaron la agonía del perdedor hasta límites insospechados.

El Valencia CF salió al césped de San Siro con mucha mayor convicción que en la final ante el Real Madrid. En el estadio de la capital lombarda se cruzaban los dos perdedores en las dos ediciones precedentes. Dos equipos con demasiada hambre de título, como para no exprimir al máximo sus posibilidades en el partido más importante de la temporada.

Gaizka Mendieta

Los de Cúper se adelantaron en el primer minuto y el panorama imaginado cambió por completo. La disposición táctica sufrió un giro radical. Es fácil lanzar una crítica a las decisiones de Héctor Cúper en aquel encuentro analizando el partido a título pasado; el cambio de Aimar (prácticamente inédito en la primera parte) por Albelda, la tendencia a retrasar al equipo y la ausencia casi total de posesión del balón conforme avanzaban los minutos. Lo cierto es que aquel Valencia solía aguantar muy bien los resultados, administraba la ventaja de forma magistral. Aquel regalo en el primer minuto de la final hizo creer a muchos que el Valencia, ese día sí, terminaría ganando la Copa de Europa. El mismo Cúper conocía tanto a su equipo que no dudó en sus órdenes; confiaba en sus jugadores y se vio ganador con el 1-0.

Fue la noche de Cañizares, independientemente de que la Copa no volara a Valencia. Se convirtió en la estrella del encuentro en un duelo a cara de perro frente a Oliver Kahn. Aguantó las acometidas de los bávaros y en la tanda le faltó muy poco para cantar victoria. Al Valencia le ocurrió algo similar a lo sufrido por el Bayern el pasado sábado; en el partido iba ganando y empató, en los penaltis iba ganando y terminó perdiendo.

Sólo los seguidores de equipos que hayan vivido sensaciones parecidas pueden entender la impotencia que una situación así produce.

Munich está viviendo días grises, como los que vivió la capital valenciana tras el fallo de Pellegrino. La afición del Valencia se mostró orgullosa del trabajo de sus hombres en Milán. Resistieron y tuvieron la oportunidad de llevarse la Copa de Europa… fue un momento inolvidable para el valencianismo.

El sabor de la derrota y la decepción por no haber conseguido el objetivo embadurnó de amargura el subcampeonato. Pero los años han valorado a aquel grandísimo equipo de los Mendieta, Baraja, Cañizares o Ayala, embrión del conjunto campeón de dos ligas en los siguientes años.

Once años de la final de Milán. El fútbol siguió a partir de aquel 23 de Mayo, aunque el valencianismo pensó que tendría poco sentido continuar; sensación parecida a la que pueden experimentar los seguidores del Bayern en este momento.

En el fútbol siempre hay un mañana, y parte del juego son partidos tan ingratos para el perdedor como aquella final de 2001.