El último gol de Koné con el Levante

El marfileño se borra de Zaragoza y no volverá a marcar para evitar su regreso unilateral al Sevilla

Rafa Carretero | 29 ABR. 2012 | 17:41

El jugador más determinante del Levante, el que más ha empujado hacia el puesto de Liga de Campeones en el que hoy ha dormido, se ha agotado. A Arouna Koné ya no le queda autonomía. Su límite estaba en 17 goles, tal y como sabía el club, y hasta ahí llegado ya. Uno más y dejaría de ser agente libre el próximo verano, ya que el Sevilla lo renovaría de manera unilateral en virtud de una cláusula que acompaña al marfileño desde sus tiempos del PSV Eindhoiven. C’est fini.

La ovación con la que Orriols lo despidió este sábado al ser sustituido tal vez fue la última. Sería raro, mucho, que vuelva a enfundarse la camiseta azulgrana. Y es que, tras marcarle al Granada su gol 17 (15 en Liga y 2 en Copa), quedó claro que se borraba al forzar su quinta tarjeta, que lo aparta de otra final en toda regla por la Champions, la del miércoles en Zaragoza, donde con casi toda seguridad tampoco estará Barkero por lesión. Sin disimulo, se quitó la camiseta con toda la premeditación y descaro del mundo. Llevaba debajo un mensaje con el nombre de sus cinco hijas, la dedicatoria para su despedida. Con todos los indicios apuntando a un estratégico plan, como si todo estuviera medido al milímetro, en las dos últimas jornadas ha visto sendas cartulinas por idéntico motivo.

Koné se borra para no marcar 18 goles y sin él el Levante pierde a su mejor activo para hacer realidad el sueño de la Liga de Campeones, a un futbolista tan indiscutible que, como Ballesteros, nunca rotaba. Sin embargo, nadie puede echárselo en cara. “Él siempre quiere jugar, pero ya ha hecho demasiado”, explicaba Xavi Torres. Y es que 17 tantos son muchos más que los que cualquiera esperaba para un delantero que llegó a Orriols tieso y con la vitola de ser una pieza rescatada de un desguace.

Dispuesto a hacerle la cobertura, Juan Ignacio salió en su defensa: “Nadie puede dudar de él”. El técnico puso como coartada unas supuestas molestias en los isquiotibiales: “Lleva tres jornadas con dolor y es tan inteligente que como sabía que no llegaba a Zaragoza forzó la tarjeta”. No en vano, fuese realidad o una actuación para el Oscar, Koné se echó mano a los gemelos, se tendió en el suelo y llamó al médico a falta de un cuarto de hora. Posiblemente la señal de que su temporada había terminado, de que ya no quería correr más riesgos continuando en el campo. Más contradictorio, JIM recordó entonces que Koné “también es persona”. Es más, haciendo de tripas corazón casi chafa un charco cuando los periodistas lo interrogaban: “Si vuelve a jugar y tiene una oportunidad, hostia, no va echarla fuera pudiéndola meter dentro ¿no?”. Días antes, había bromeado con que llegado el caso podría cambiar goles por asistencias.

La realidad es que quedan tres jornadas, que como máximo sólo podrá jugar dos y que oficialmente está lesionado. Desde el club, mientras tanto, nadie dice ni ‘mu’, aunque explican que a la fuerza habría un vericueto legal para deshacer la opción del Sevilla y que el jugador se convirtiera en granota tras quedar libre. Sin embargo, eso supondría una batalla legal para demostrar que la unilateralidad de la cláusula es injusta por derecho.

Juan Ignacio no ha recibido ninguna recomendación para dejar de alinearlo, aunque todos saben que no sólo es un tema del club, sino del propio jugador, que no quiere regresar a Sevilla ni que su futuro quede a expensas de su antiguo club, pese a que es el que todavía le paga. Sin duda, un papelón para el Levante, que tiene difícil justificar la ausencia de Koné en el momento más importante de su historia.

Paradójicamente, al final de temporada excepcional hay un peaje. Nada, en realidad, que dentro del equipo no se esperasen. Consciente de lo que se avecinaba, el pasado viernes el míster citó en su despacho a Ghezzal, su relevo natural, con el objetivo de prepararlo para lo que estaba por venir. El argelino se ha desenchufado en las últimas jornadas, pero a la fuerza tiene que reengancharse. Se demostró ayer, cuando a pocos minutos de entrar al campo, veía como Koné, al que JIM se resistía a sustituir sin estar cerrado el partido, abandonaba el área para caer a banda izquierda y alejarse el peligro del gol.