El espíritu Juanito no funcionó en 1999

Fue la derrota más dulce para el Valencia en el Bernabeu

Jose Hernández | 07 ABR. 2012 | 11:51

En junio de 1999, el valencianismo vivió uno de los capítulos más especiales de su historia. Tras veinte años sin poder levantar un trofeo (la liga de segunda división y la Copa Intertoto no podían considerarse como tal), el destino le dio la oportunidad de disfrutar de la gloria por unos días.

En el estadio de la Cartuja de Sevilla, el equipo de Claudio Ranieri sellaba una cuenta pendiente de dos décadas que frustraba a la familia “ché” y le impedía crecer como club.

El camino hacia aquella final de la Copa del Rey fue excelente, eliminando al rival conciudadano en los octavos de final, el Levante. Más tarde dejando fuera al Barcelona de Vann Gaal con Claudio López martirizando al equipo catalán. Y por último, en una eliminatoria de auténtico éxtasis para el valencianismo, goleando y encogiendo al Real Madrid; pudiendo acceder a la final silenciando fanfarrias que señalaban al “espíritu Juanito” como el mal sueño del Valencia.

Portada Piojo López

Todo comenzó la noche del 9 de junio de 1999. Un Real Madrid con algunas bajas se presentaba en el estadio de Mestalla, sin saber muy bien a qué jugar y muy lejos de haber aprendido la lección de cómo se debe encarar un partido ante un Mestalla hambriento, porque si algo tenía aquel conjunto de Ranieri que lanzaba cohetes al “Piojo”, eran las ganas de victoria; la ambición por alcanzar cotas de triunfo a las que generaciones de valencianistas no habían llegado jamás.

El Real Madrid presentó un once con muchas figuras y futbolistas internacionales; Illgner, Redondo, Clarence Seedorf, o Fernando Morientes, se vieron superados por un Valencia que jugaba con más velocidades. Con una primera parte casi perfecta, Claudio López inauguró el marcador, antes de que un galo que había jugado la Eurocopa 1996 con la selección francesa, viviera su noche más brillante. Alain Roche aumentaba la ventaja local con dos goles antes del descanso, que junto al tanto del croata que nunca convencía pero que fue titular en la última parte de la temporada, Goran Vlaovic, certificaba un marcador para frotarse los ojos, 4-0.

En la segunda parte, el equipo de Toshack no encontró el camino para volver a verle la cara al partido, y firmó su sentencia de muerte defendiendo todavía peor que en la primera parte. Un gol de Angulo poco más tarde de la reanudación y un tanto de Mendieta rebanando y buscando la pelota desde la frontal del área de ataque valencianista, hicieron que el viejo Mestalla vibrara como pocas veces lo había hecho en sus 76 años de historia.
El 6-0 final desató la locura de la afición, que ya pensaba en el reparto de entradas para la final, pero todavía restaba el partido de vuelta en el estadio Santiago Bernabéu.

[video:http://youtu.be/OgXStUMC5XA]

El “espíritu de Juanito” estuvo muy presente aquella semana por tierras madrileñas; se confiaba en una remontada que hubiera sembrado un desencanto de grandes dimensiones en la ilusionada afición “ché”. Lejos de castigar a sus hombres por el resbalón sufrido en Valencia, el madridismo intentó forzar el milagro de la remontada a base de arengas y mensajes que a la postre fueron estériles.

El Valencia disputó el partido de vuelta en un estadio que no presentaba ni mucho menos un lleno en las gradas. Eso sí, fueron pocos, pero con más moral que el Alcoyano, que se diría en tiempos pretéritos, cuando Juanito todavía no se había convertido en el símbolo de la heroica madridista, y mucho antes de que las “Santiaguinas”, aquellas charlas motivadoras del ex presidente Bernabeu, se vivieran en el recinto blanco.

Sanchis y Claudio López

Muy pronto, el miedo se apoderó del valencianismo, ya que Fernando Morientes, con un cabezazo perfecto, inauguraba el marcador y recogía el balón con rapidez de la portería; la carrera hacia el milagro había comenzado. Pero la búsqueda era casi utópica para el Madrid. Haciendo el símil con el tenis, debía anotarse un set completo y en blanco a su favor para llegar a Sevilla. Al final se quedaron en dos juegos, aunque el segundo gol tuvo tintes un tanto anecdóticos para el valencianismo. Pedja Mijatovic anotaba de penalti un gol que solo servía para que el Madrid maquillara una eliminación que se produjo de forma muy desagradable para sus intereses.

Antes del final, Claudio López marcaba el 2-1. El estadio madridista, rendido, debía reconocer el fracaso. Fue la derrota más alegre para el Valencia; del Santiago Bernabeu a Sevilla. Aquella copa fue la de la reconciliación, el inicio de una de las mayores etapas de éxito valencianista en su historia.