Un Valencia-Sevilla muy copero

Se enfrentaron en cuartos de final de 2009.Un partido que tuvo de todo...

Jose Hernández | 05 ENE. 2012 | 09:51

Valencia y Sevilla se enfrentaron en la Copa del Rey 2008-09 con la mente puesta en la final. Eran los cuartos de un torneo en el que el valencianismo tenía puestas demasiadas ilusiones, ya que era conocido que la final se disputaría en el estadio de Mestalla.

El partido de ida fue de gran intensidad. El primer proyecto de Unai Emery al frente de la nave valencianista tenía puestas en la copa del rey muchas esperanzas. Defendía el título conquistado la temporada anterior con Ronald Koeman desde el banquillo. Un trofeo que fue muy poco celebrado debido a las difíciles circunstancias del equipo en el campeonato de liga. La copa 2009 era la oportunidad perfecta para conseguir desquitarse del sabor amargo que había dejado aquel triunfo. Jugar la final en Mestalla constituía una motivación extra para la afición, que respondió desde las primeras eliminatorias.

En octavos de final se vivió un duelo que rozó lo épico. El Valencia lo pasó muy mal ante un conjunto que no debía haberle puesto en tantos aprietos. El Racing de Santander planteó dos encuentros a cara de perro, y solo en la prórroga del partido de vuelta en Mestalla pudo el equipo ché demostrar su superioridad. Un gol de Vicente en el tiempo extra de la reanudación allanaba el terreno.Aquel tanto recordó al que marcó en la Copa de la UEFA del año 2004 frente al Genclerbirligi; en aquella ocasión, el equipo valencianista también tuvo que recurrir al tiempo suplementario para dar la estocada a un equipo notablemente inferior. El final de aquella competición es recordado por todos, y gracias a ese tanto de Vicente ante el Racing, volvió a la mente de todos los aficionados presentes en el recinto de la avenida de Aragón.

El rival de cuartos de final sería el Sevilla. Un equipo durísimo, correoso y que en los últimos años ya comenzaba a ser un duro hueso para el club levantino. A pesar de todo, la confianza en conseguir un buen resultado que pudiera ser refrendado en la capital hispalense era total. Valencia y Sevilla eran equipos muy parejos, pero las ganas de llegar a esa finalísima de Mestalla tranquilizaban a los seguidores del Valencia.

El comienzo de la andadura de Unai Emery como técnico del Valencia no pudo ser mejor. El equipo tuvo una serie de resultados que le colocaron como líder en solitario del campeonato nacional de liga. Pero las cosas en lo deportivo comenzaron a torcerse. La inseguridad defensiva era la tónica del juego valencianista, si bien es cierto que la fortaleza atacante del dibujo de Unai concedía al Valencia la oportunidad de levantar encuentros que parecían perdidos.

Eran tiempos de aprendizaje, de cambio en la manera de analizar el juego valencianista. El equipo ya mostraba grandes dosis de ese esquema inclasificable que todavía, con el paso de las temporadas sigue siendo un jeroglífico para la impaciente grada de Mestalla. El Villareal ya había avisado un par de semanas antes de la eliminatoria de cuartos que el Valencia tenía problemas a la hora de defender resultados favorables. Una intolerable remontada cuando se ganaba 3-1 fue contemplada con desagrado desde la grada.

Centrándonos en el encuentro Valencia-Sevilla;muy pronto se adelantó el Valencia. Tras unos minutos en los que los dos equipos se enseñaron los dientes, tuvo que ser el puñal del Valencia, David Villa, quien inaugurara el marcador y mostrara a sus compañeros cual debía ser el camino para poder estar cinco meses después en esa deseada final de Valencia.

Una inoportuna lesión muscular del "guaje" dejó a los de Emery sin su referencia en ataque. Algo que el Sevilla iba a aprovechar muy bien al comienzo de la segunda parte. La salida al campo de Diego Capel fue decisiva en el cambio de cara sevillista. Desde muy pronto se comprobó que los valencianistas no tenían la misma gasolina que en la primera parte. Tras una acción del almeriense, Luis Fabiano empató el encuentro. Enorme jarro de agua fría para la grada, que de pronto se convirtió en un bloque de hielo; nadie sospechaba lo que iba a ocurrir pocos minutos después...

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En el minuto 69 de partido, Renato asiste a Adriano, que finaliza la jugada y convierte el 1-2. La jugada nace de un fuera de juego clamoroso. Podemos decir que estamos ante una de las jugadas más polémicas de los últimos años. El Sevilla recibe una ayuda arbitral que no esperaba. La posición antirreglamentaria del futbolista sevillista era tan clara que ni siquiera dan crédito a la validez del gol. Lógicamente el Sevilla, experto en artimañas sucias no tardó en lucir la mejor de sus sonrisas para celebrar un tanto que le colocaba con un pie y medio en semifinales.

La indignación en el estadio fue tan grande como la importancia del trofeo que se jugaba. El Valencia no conseguía recomponerse y se mostraba como un equipo quebrado en sus líneas. Los de Manolo Jimenez pudieron sentenciar con un disparo de Maresca que atajó Guaita. Parecía que el sueño de jugar la final en casa se estaba muriendo como la capacidad física del equipo.

Cuando mejor jugaba el Sevilla, el conjunto de Emery dio un vuelco al partido, firmando uno de aquellos arreones finales a los que pronto se tendrían que acostumbrar los seguidores del Valencia. Primero fue Baraja, con clase y sabiduría el que equilibró el partido. El vallisoletano destapó el tarro de las esencias para guiar al Valencia hacia una remontada imposible.

El público no se movía de sus asientos y la prensa nacional(El partido era televisado en abierto para toda España) presentía que algo importante iba a pasar en los últimos minutos. Ya no existían tácticas ni fuerzas, ya que el duelo se había convertido en todo un enfrentamiento copero. Las lesiones, los goles, la polémica...todos los ingredientes necesarios para hacer del encuentro un combate épico.

El Valencia atacaba con todo; Mata, Morientes, Vicente y Silva se atrevían a entrar en el area sevillista con determinación. El 2-2 sabía a muy poco teniendo en cuenta la poderosa ambición valencianista...y entonces llegó el remate de Mata que Squillaci desvió a la red. El Valencia terminaba de levantar un partido que tenía perdido a falta de diez minutos para el final. La locura copera invadía Mestalla en aquella fria noche de Enero.

Nadie dudó entonces que el Valencia haría algo muy grande en aquella copa del rey, pero el fútbol como la vida, no es una ciencia exacta, y el guión de la siguiente película protagonizada por el equipo de Unai Emery estaba todavía por escribir...fue el inicio de una filmografía negra.