Unai Emery debe irse ya

El Valencia sigue en caída

Toni Hernández | 23 OCT. 2011 | 22:20

Desde mi lugar, el sector 8, observo como Mestalla le tiene respeto al agua y se queda en casa. Y recibe al Valencia con pitada después de perder contra el Bayer Leverkusen en la Champions League. La semana ha sido larga, ha sido rara, y ha sido dura. Unai Emery hace cambios en su once, pero me da que son de cara a la galería.

El equipo empieza frío, mal. Espero como si le pesara como una losa insalvable el desastre de Alemania. El Athletic marca, Mestalla encoge el alma... Y al árbitro señala fuera de juego. La tele dice que no es, pero el marcador sigue cero a cero y el valencinianismo en las gradas se acongoja con cada cesión de Ricardo Costa a Vicente Guaita.

Media hora de juego y la cosa no sólo no mejora, empeora. El Athletic se viene arriba porque delante no tiene un rival, sino un manojo de nervios. Y no puede haber queja del público. Después del comunicado de la Agrupación podía pasar cualquier cosa, pero salvo los pitidos iniciales, apoyo total a los hombres de Unai Emery, no correspondido en el césped.

Y llega el final de la primera parte, y un error de los visitantes hace que el balón lanzado por Jonás acabe en el palo, lo mismo que Gorka, el portero bilbaíno. Mestalla canta gol, pero se debe conformar con un casi que no termina de tranquilizar a una grada nerviosa, tensa, expectante. Pero con el marcador como al principio, unos a vestuario y otros a comerse el bocadillo, malhumorados, eso si.

Al comienzo de la segunda se quedan Llorente e Iraola. Un lujazo que sólo el "Loco" Bielsa se puede dara. Para eso es quien es y está como está. El Valencia sale fuerte. El público no sabe si creer o no creer, pero no hay alternativa. Queremos estar arriba. No nos gusta lo que vemos, pero es lo que tenemos.

El Valencia busca el gol, lo acecha. A tirones, con corazón. Sin fútbol. Un equipo "normal", sin nada especial. Con más alma que el miércoles, sin duda, pero con el mismo acierto, ninguno. Observo a Unai haciendo de "palmero", dando palma tras palma, y el equipo va y viene, pero no se queda en ninguna parte. Mientras, los leones, sin nada, se acercan. Cerca del 60 de partido de forma tímida, pero los dueños de Mestalla lo consienten poco a poco.

Y no hay nada. Perdón, si hay algo. Una gota de talento que se llama Iker Muniaín. Le dejan solo, suelto, libre. Recorre la frontal, sin regatear, conduciendo, libre. Arma su pierna derecha, sin prisa, sin miedo. No hay rival, no hay contrario. Lanza un zambombazo y marco un gol enorme. No es justo, pero tampoco se escandaliza nadie. Así es Mestalla ahora.

Minuto 39 de la segunda parte. Veo a gente que se va. Con 0-1 y se van. No hay fe, no hay confianza. No intuyo esperanza. El equipo da coletazos. Sueltos. Demasiado sueltos. El Athletic no es león, es gato panza arriba. Pero no da no para sacar las uñas para tener que defenderse. Sigue marchándose gente. No quieren ver lo que pueda venir. Aunque sea bueno.

Y llega Soldado. El público mira sin mucha fe. Pero la jugada de Banega es buena, y el gol del 9 liberador. Queda tiempo para ganar y para perder. Pero queda tiempo. Otra botella de oxígeno...

Pero no hay fuelle. No hay ideas. No hay fútbol. La sensación con el empate es la misma que con la derrota, pero con un punta más. No da de sí, pero a eso se agarrará Unai. Su tiempo concluyó hace meses. Pero nadie lo ve. Un empate. Un punto. Otro cabreo. Nadie sabe hasta cuando.