Optimismo y Pesimismo Valencianista

El Club no debe vivir en este trasiego de ánimo

Toni Hernández | 18 OCT. 2011 | 12:03

El Valencia es un Club especial. Esta frase, todo un dechado de intelectualidad, tiene más fondo que forma. Voy a ser repetitivo, pero entiendo que debo serlo. Manolo Llorente, presidente, afirma la semana pasada que el objetivo es ganar la Liga. Unai Emery, entrenador, se tira las manos a la cabeza días después. El sábado, un equipo superior pero sin alma, se deja empatar por un rival inferior con la ayuda del árbitro.

¿Cómo siente el aficionado ese carrusel de sensaciones? ¿Cómo afecta en “la moral de la tropa” ese vaivén de estados de ánimo? El fútbol es un escaparate, si, y si debe tener sumo cuidado con lo que se expone. Si te dejas llevar por los momentos puntuales, de euforia o depresión, están cometiendo errores garrafales que no te van a llevar más que a situaciones altamente delicadas.

Este Club debe tener una mayor estabilidad emocional, más calma y tranquilidad en la toma de decisiones y exposiciones públicas. Jamás será un club tranquilo, pero si entiendo que puede ser coherente. Puede tener un rumbo, un camino, y seguirlo pase lo que pase y esté quien esté al frente. Pero se debe tender al equilibrio.

Ahora nos vamos a Alemania. A jugarnos la Champions. Que equivale, con la situación actual, a jugarse la vida… económica. Tenemos dos partidos contra el Bayer Leverkusen. Debemos sacar al menos cuatro puntos para dejar claro nuestro pase, que se refrendaría en casa contra los belgas. Si el Chelsea hace su trabajo, estaremos en octavos. Vamos a estar. Seguro. ¿Pero estamos preparados para tener un tropiezo?

Cuando digo esto no pretendo generar mal fario, ni malos augurios, no confundamos. Pero viendo cómo administramos emociones, pasar sería “lo normal” y no hacerlo una tragedia sin parangón. ¿Y el punto medio? ¿Y el equilibrio? ¿Y el plan B? El optimismo y el pesimismo se deben tratar mejor, con más perspectiva.

Rumbo a Alemania, una vez más. Y no me gusta nada. Contra los germanos, salvo contadísimas excepciones, nos ha ido rematadamente mal. Pero las cosas siempre pueden cambiar, y ahora, por el bien del estado de ánimo, es un momento perfecto.