Carácter 3 - Petrodólares 0

El Levante machaca los despropósitos del Málaga

Xus Garrido | 16 OCT. 2011 | 19:25

El fútbol no es cuestión de dinero. Ésta es la principal lección que se puede extraer de esta paliza de la humildad, el trabajo y el carácter sobre el dinero. Una goleada en toda regla.

El conjunto de Juan Ignacio Martínez se merece un monumento en el corazón del fútbol porque con el presupuesto más bajo de Primera División y completado con todos los futbolistas que no quería nadie en esta categoría se ha colocado colíder, con los mismos puntos que el todopoderoso Fútbol Club Barcelona y un punto por encima del Real Madrid. ¡Ah! y 3 puntos por encima del Valencia, el vecino rico. Y todo esto ya no es fruto de un día, ni la inspiración de una noche de verano. Hablamos de dos meses de competición y 7 jornadas disputadas. (Cinco victorias consecutivas).

Orden, contragolpe y efectividad

El colíder de la Liga española no es un dechado de técnica, ni un prodigio de elaboración ni el juego de combinación en corto. Es un equipo sencillamente ordenado. Que se defiende muy juntito y que se ha convertido en un diamante en bruto con una defensa de hierro, dos líneas de cuatro en la frontal de su área. Con esto, su argumento defensivo es el que le sostiene en lo más alto. Es el equipo menos goleado de Primera, y ante la inoperancia de sus rivales, futbolistas que todo el mundo pensaba que estaban "de vuelta", lo están, pero en la élite.

Esto es el Levante. Un equipo solidario, sólido en defensa y efectivo en ataque. Posiblemente esta virtud, la de la pegada, es quizá la más sorprendente de un equipo que no tiene ni un euro para gastar en delanteros prestigiosos, pero, por contra, encuentra rápidamente los caminos hacia el gol con unas transiciones rapidísimas.

Barkero, eje de las operaciones ofensivas de este equipo, se manifestó como un hombre perfecto en su labor de la media punta. El campeón del mundo juvenil, (allá por 1999, en Nigeria), ya ha llovido, jugaba por entonces en la banda izquierda. Aquí, en una posición más centrada, con la misma precisión que le dio de comer y le hizo profesional, ha encontrado, además, una variante que le va como anillo al dedo. La llegada. El vasco, hizo el primero en un contragolpe bien llevado por la banda izquierda y tras un rechace batió a Willy Caballero. (1-0)

Contras mortales. Castigador de errores.

Con el resultado a favor, el equipo se parapetó atrás y volvió a buscar los fallos de su millonario rival. Pronto encontró otra rendija por la que colarse de cara a la victoria final. En el minuto 28 un error en la transición del centro del campo del Málaga le costó el partido definitivamente al equipo de Pellegrini. Koné, rapidísimo buscó un balón perdido y Caballero, a media salida y lleno de dudas, lo derribó en la frontal del área sin opción de jugar el balón y cortando una clara ocasión de gol. Falta peligrosísima en la frontal y expulsión del portero rival.

Con uno menos, Pellegrini quitó a Maresca para poner a Rubén, su portero suplente. Todos los malos augurios de los malacitanos que hablaban que el problema del equipo era la portería se cumplieron. Rubén salió para recoger el segundo de la red. Tras otro rechace, Juanlu, un puñal afilado en la banda izquierda, acabó por meter el segundo ante un frío Rubén. (2-0).

Pero no acabarían ahí los males del portero suplente del Málaga. Aturdido por unos momentos de indecisión del conjunto andaluz, Rubén, en una indecisión, volvió a dar el cante. Koné, con más fe que dinero en su cuenta corriente, le robó el balón al cancerbero del lujoso proyecto del jeque para cerrar un resultado sonrojante al descanso. (3-0).

La segunda parte no tuvo más historia. El Levante, ordenado y esperando que pasara el tiempo, no tuvo problemas para sostener las débiles embestidas del Málaga.

Al final, victoria de la humildad, del trabajo, de un equipo de fútbol... sobre un montón de estrellas compradas a golpe de talonario. Alguien podría pensar que el cielo se puede comprar. Quizá la felicidad. Pues el Levante no tiene dinero, pero sonríe. Al jeque, que le sobra la pasta, sólo tiene estrellas.